
Las tensiones que han agitado España entre integristas y modernizadores o, más reciente en la actualidad, entre buenos y malos, simplistas o complejos son antiguas. Y reiterativas. Se diría que los habitantes de la península ibérica, con independencia de la época que sea, están condenados a vivir en un inacabable círculo volcado sobre sí mismo. La historia ni es lineal, ni siquiera espiral por estos territorios. Continuar leyendo