He venido a reconstruir piedra por piedra esa ciudad en mi mente…(Lawrence Durrell, Justina)
La ciudad de Toledo es recorrida cada día por miles de personas. La gran mayoría son turistas que deambulan por el espacio “rellenando” uno más de sus cupones en su visita a nuestro país. Fichan en la catedral, en el entierro del conde de Orgaz, una sinagoga…y ya se ha “vivido” la magia de las tres culturas. Toledo ciudad de las tres culturas, tópico sin sentido alguno, ya que la cuidad en su pasado cobijó entre sus muros a los fieles de tres religiones -el cristianismo, el judaísmo y el islam-, pero todos con una cultura común, la clásica, heredada del mundo grecolatino y expresada en tres lenguas clásicas distintas -latín, hebreo y árabe.- y una común romance, el castellano. La horda de turistas ajena a todo culminará la jornada abasteciéndose de espadas que replican las de el Señor de los Anillos, Juego de Tronos…o en las franquicias que le van robando el alma a la ciudad, convirtiéndola en una réplica de otras miles. Estas nuevas hordas de destrucción en la postmodernidad son vistas por nuestros políticos como el nuevo Maná, cuando en realidad son un cáncer que todo lo destruye. Los invasores abandonan la ciudad antes de que la noche caiga. En la noche Toledo vuelve a ser de sus habitantes, que disfrutan de la soledad de las calles, allí donde antes transitaban zombies postmodernos que la contemplaban a través de sus móviles, como no fiándose de los que ven sus ojos y renunciando a la memoria que todo lo embellece. El recuerdo de Toledo captado por nuestra mirada es de una belleza solo parangonable a esas vistas del pintor cretense. Los toledanos están acompañados ahora por otros extraños, los viajeros, los que quieren captar y llevarse el alma de la ciudad. Que la conocen ya de las lecturas, la anhelaban, la sueñan…en definitiva, la hacen suya. Que todavía ven en las calles a los aguadores subiendo su carga a la ciudad a través de la puerta de Valmardón… Continuar leyendo