Aquella belleza antigua [Jesús Fuentes Lázaro]

Felice Casorati, Conciertos, 1924. RAI. Dirección General, Turín.

Hace cien años, en octubre de 1917, se producía una revolución que trastocaría al mundo. En Rusia el gobierno de los zares era sustituido por la dictadura del proletariado. En el mismo año, esta vez en Nueva York, Marcel Duchamp entraba en un almacén de la Quinta Avenida. Tras vueltas y revueltas adquiría un urinario de porcelana de los que se colocan en la pared en los lugares públicos. Llegado a su estudio lo situó para que se viera que  estaba al revés. Firmó  la pieza como R. Mutt, puso fecha, 1917, y le adjudicó un titulo “Fuente”. Un objeto vulgar se convertía, por la voluntad de un hombre, en una obra para la Exposición de los Independientes – organizada por la Sociedad de Artistas Independientes –  en la edición del año 1917 en Nueva York. El mundo del arte quedaría definitivamente trastocado. Incluso, aún hoy, se debate sobre qué sea y qué no es arte. Cien años después, Duchamp es el nombre  más repetido tras el de Picasso cuando se habla de arquitectura, de pintura, de escultura o de arte en general. Continuar leyendo

Paseando entre las fieras [Jesús Fuentes]

“Big Ben, Londres”, André Derain (1906) (André Derain, VEGAP, Madrid, 2016 – Laurent Lecat)

Si usted elige un horario adecuado de un día adecuado y tiene algo de suerte, se puede encontrar solo paseando entre fieras. Experimentará una sensación similar a cuatro dosis, de 25 miligramos cada una, de kryptonita líquida, envasadas en  tubos de color. Aunque no se asuste por la ferocidad de esas fieras, no le agredirán, al menos, físicamente. Llevan más de un siglo domesticadas. Eso sí, no podrá evitar una emoción casi dolorosa ante el impacto visual de unos lienzos que atraparon la luz y el color en un instante y en unos entornos  mediterráneos o brillantes. Cómo sucedió a sus artífices tanta luz refractada en los colores puros del oleo le provocarán una sensación  cercana a la disolución en un éxtasis irreal. Contemplamos la pintura de un mundo que implosionó en los inicios del siglo XX y que aún no hemos superado y, menos, digerido. Admiramos, exclamamos, nos entusiasmamos, pero seguimos sin abarcar en su sensitiva voluptuosidad  aquella apariencia de locura transitoria. Continuar leyendo