Para seguir amando a Hitchcock [Jesús Fuentes]

Probablemente a mucha gente le gusten las películas de Hitchcock sin saber quién es Hitchcock. Lo cual no es ni bueno ni malo, aunque no consideraré que sea indiferente. Pero nos introduciríamos en otras reflexiones. Este escrito se dirige a quienes intenten superar esa posición u otra similar y pretendan intuir algo más del “universo Hitchcock”. A quienes quieran saber de su personalidad, de sus técnicas de rodaje, del significado pluridimensional de sus personajes, del papel esencial de la música en su cine. En fin, de sus tormentos y sus éxtasis, de sus perversiones intimas, reales o supuestas, de su inocencia e ingenuidad adultas. El artículo también servirá para quienes quieran comprender las interioridades del cine como arte moderno, para quienes deseen conocer a unos de esos narradores que no se conformaron con contar la vida, sino que la transcendieron. Hasta que se inventó el cine, la vida la contaban las novelas. El cine impuso nuevas estructuras brillantes y más visuales para superar las encorsetadas reglas narrativas de la novela. El antiguo sueño de Wagner se hacía realidad. El cine representaba el arte total. Otra forma de narrar las interioridades, miedos, deseos y ambiciones de los humanos con todos los lenguajes disponibles. El cine manifestaba en imágenes, diálogos, espacios y música los temas que Shakespeare o Cervantes habían recogido en su teatro y en sus novelas.

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