
Un día leemos o escuchamos una noticia que nos conmueve. Días después, nos olvidamos. Borramos la noticia, liberamos espacio y lo llenamos con otra nueva noticia más actual, tal vez más impactante. En los días sucesivos volveremos a repetir el mismo proceso en bucle hasta el infinito. O mejor, hasta que el cerebro aguante. La tragedia se incrementa cuando, transcurridos días o meses, nadie cuenta la evolución o desenlace, si los hubo, de aquellos acontecimientos. Y así continuamos con nuestros asuntos diarios sin dejar de comentar, eso sí, lo mal que va el mundo. Continuar leyendo