Villancicos en el museo [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 41 D18 Archivo VASIL


Ya bajan rodando por las escaleras, cajas de turrón, manzanas y peras.

Para darle al Niño, que todos le dan; antes de las doce a Belén llegad.

Antes de las doce a Belén llegad.

María y José, como descendientes, de padres judíos y también parientes

en Belén se deben, pues, empadronar; antes de las doce a Belén llegad.

Antes de las doce a Belén llegad.

Concurso de Villancicos de 1969. Coro del Colegio Medalla Milagrosa

Llegó diciembre. Con él todo el atrezzo, aderezo, viandas, dulces, licores, reuniones, comidas, cenas, digestiones…….. y todo ello bajo el hilo musical inconfundible de los Villancicos. Aquellos cánticos típicos y exclusivos de la Navidad que podríamos dividir en tres grandes grupos.

Por un lado está la ortodoxia pura de los cantorales y polifonías,  cuya discografía no puede faltar en ninguna casa “culta” que se precie.

Luego están los villancicos escolares (ahora en desuso en los colegios públicos por la libertad de enseñanza). En otros tiempos (no mejores necesariamente) el mes de diciembre tenía el objetivo principal de que todos los alumnos de los colegios de niños y todas las alumnas de los colegios de niñas (así se evitaba eso de los/las); insisto, el objetivo del mes de diciembre era lograr que todas las clases aprendieran un nuevo villancico para cantarlo “a coro” por todo el colegio, el día antes de las vacaciones. Delante del Belén, más o menos grande según las instalaciones, todos rendían homenaje a las pequeñas obras de arte que representaban al Niño, José, María, animalitos, angelitos, partorcitos; cruzado por un maravilloso río de agua transparente sujetado por piedras de musgo y arena fina.

Y el tercer grupo -y no por ello menos importante- lo representaban los villancicos populares. Algunos, auténticas composiciones musicales y otros basados exclusivamente en un “son” repetitivo que daba cobertura a todo tipo de ripios, rimas y frases hechas relacionadas con la Navidad, o no.

Coro del colegio Madre Vedruna (Carmelitas)

Los primeros se transmiten por partitura. Los segundos por el Magisterio y los terceros por “la abuela”. Ella era la única que recordaba todas las coplas y con más énfasis las que tenían que ver algo con venir la “vieja” con el aguinaldo.

De unas coplillas inocentes, burlonas y hasta simpáticas, la mezcla de anís con polvorones hacía derivar el recital de almirez, pandereta y zambomba en un sinfín de exageraciones y visiones cuanto más grotescas mejor. No pasaba nada, incluso, si se establecían comparaciones de los atributos masculinos o femeninos con tal o cual animal; si el cura hacia o dejaba de hacer; o si María sacaba la bota para emborracharse.

Analicemos, por ejemplo una de las coplas más populares:

Esta noche es nochebuena (cierto)

y mañana Navidad (tambien cierto)

saca la bota Maria (¿qué María?)

que me voy a emborrachar (menudo planazo)

Hoy en día, todo esto es muy cuestionable. Veamos:

Esta noche es noche buena (depende para quién)

y mañana Navidad (siempre y cuando seamos tolerantes)

Saca la bota María (¡hasta aquí hemos llegado! ¿Por qué tiene que sacar la bota María y no Pepe o Juan?)

Que me voy a emborrachar (y luego quien vuelve a casa, que ocurre con los controles. Y los niños, ¡qué van a pensar los niños si hacemos un botellón en casa de los abuelos!)

Coro ataviado para la ocasión. Desconocemos si el vestuario puntuaba.

Ya lo veis queridos lectores, las cosas cambian y todo es cuestionable. Hasta la letra de los villancicos marca el paso del tiempo.

Al final, si no queremos sembrar la discordia en nuestra mesa de Navidad, lo mejor es contectar la wifi, poner un villancico en MP3 y rezar; sí, rezar para que sea instrumental.

Con cariño, desde Hombre de Palo, Feliz Navidad. A todos y todas.

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Quique J. Silva

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