Senderos de Gloria, 1957, Stanley Kubrick [Antonio José Gómez Laguna]

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SESIÓN CONTINUA

Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz (1780-1831):

La guerra es la continuación de la política por otros medios

Coronel Dax, citando a Samuel Johnson (1709-1784), frente al general Paul Mireau

El patriotismo es el último refugio de los canallas

En el minuto 10.55 de la película Senderos de Gloria (Paths of Glory) Stanley Kubrick (1957)

Al llegar al centenario del inicio de la Senderos de Gloria, es casi imposible comprender como una sociedad tan, aparentemente, avanzada, conservadora y clasista…pudo engendrar un conflicto de este tipo. Desde el 3 de agosto de 1914, hasta el 11 de noviembre de 1918, se calcula que 70 millones de soldados combatieron y casi 10 millones de ellos murieron, en múltiples batallas, cuyos nombres son de sobra conocidos: El Marne, Verdún, El Somme, Passchendaele…En cada una de ellas, una masa de soldados de infantería y caballería, generalmente de una extracción social baja, se dejaron la vida, por conquistar apenas unos centenares de metros cuadrados.

Cada una de estas batallas era planteada por separado por los Estados Mayores de cada país, como la solución para finalizar y vencer en la Gran Guerra en sólo tres meses. Ninguna de ellas lo fue. Hasta 1918, tras la llegada de los Estado Unidos, no tuvieron los Aliados un Consejo Conjunto, que dirigiera la estrategia militar y económica (pertrechos, armamento, víveres, etc.) de la guerra. Este Estado Mayor, nunca existió en los Estados Centrales. Alemania siempre tuvo el dominio de la estrategia, ante Austria, Turquía, etc.

Desde nuestra perspectiva, parece casi risible, que el Comandante en Jefe británico Sr. Douglas Haig, quien dejo una frase para los anales militares: La ametralladora nunca reemplazará al caballo como instrumento de guerra, fuera ascendido después de la Batalla del Somme (1 de julio a 18 de noviembre de 1916), en la que perdió 450.000 soldados, para lograr avanzar 8 km. En el primer día de esta batalla (1 de julio de 1916) en las primeras 8 horas tuvo 19.240 soldados ingleses muertos, a los que hay sumar otros 38.500 heridos…Todo ello, sin apenas causar bajas alemanas y sin conquistar el terreno planificado en la ofensiva. Al final de la batalla habían muerto 623.907 soldados franceses e ingleses y 465.000 alemanes. Más de un millón de muertos, que combatieron varios meses por tan sólo 40 km2. Si lo pasamos a datos actuales, la población total de una ciudad como Valencia muerta en tan solo 12 semanas. A esto habría que sumar varios centenares de miles de heridos. Otro ejemplo es el general francés Joffre, quien tras perder 50.000 hombres, entre febrero y marzo de 1915, para lograr un avance de apenas 500 en las líneas alemanas de la Champagne, comento que: “…a pesar de todo…(la ofensiva)… ha sido fecunda en resultados.” Este al menos, fue cesado.

¿Por qué esta cantidad de muertes? ¿Cómo es posible esa cantidad de bajas? Los tratados de estrategia militar utilizados en los despachos del Alto Mando de ambos bandos, durante la I Guerra Mundial, eran los escritos entre 1870 y 1914, basados en las tácticas de las Guerras Napoleónicas o de la Guerra Franco-Prusiana. La mentalidad del Militar Prusiano, algo más avanzada, era la emanada de los ocho volúmenes de De la Guerra (1837), escritos por Clausewitz, en la que afirma que “…el principio de moderación aplicado a la guerra conduce a un absurdo lógico”. Con una mentalidad del siglo XIX…se combatía con armamento del siglo XX. Se empleaban ejércitos de masas, utilizados para atacar, posiciones defensivas, altamente preparadas, en las que una sola ametralladora, segaba la vida de centenares de soldados, en apenas unas horas.

Además los avances técnicos que hubiesen evitado esas masacres, desarrollados por los escalones intermedios, coroneles, capitanes, etc. fueron rechazados de forma reiterada. El General en jefe Británico, Lord Kitchener comento tras una demostración del primer tanque: “Un bonito juguete mecánico…nunca se ganará una guerra con semejantes máquinas”. Algo así pensó el Ministerio de la Guerra Inglés sobre este invento, ya que indicó en un informe de 1915: “Antes de tomar en consideración este proyecto, debemos descender del reino de la imaginación, al mundo de los hechos…”

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Sturmpanzerwagen A7V; Mark V “hembra”; Fiat 2000.

Esta mentalidad decimonónica del Estado Mayor (de ambos bandos), parecía tener una escasa consideración por los soldados de primera línea. Entre los datos incontestables a esta afirmación, baste citar que en el Ejército Francés, los “poilus” como se conocen a los soldados barbudos del frente, combatieron durante el primer año con un uniforme de color rojo, blanco y azul (los colores de la bandera francesa) que incluía una gorra roja “quepis”, visible a centenares de metros. No sería hasta septiembre de 1915, después de tener la friolera de 2.000.000 de bajas (muertos, heridos, prisioneros o desaparecidos), cuando se substituyó el color de los uniformes, por uno de camuflaje azul denominado “bleu horizon” y la gorra por el casco de metal modelo Adrian. Estos cambios, llegaron a ser protestados por algunos miembros del Estado Mayor, que indicaron que con los nuevos uniformes y el casco de metal: “… se perdía el HONOR de la victoria del Ejército Francés”. Algo similar pasaba en el bando alemán…cuyos cascos de tipo pickelhauben, el reconocible casco con pincho…estaba hecho de cuero o el fieltro, una escasa protección para las balas y la metralla. Además como el pincho sobresalía, se transformaba en un objetivo fácil para los francotiradores. No será hasta 1916, dos años después del inicio del conflicto, cuando se pasara al casco de acero o stahlhelm…después de tener casi 1.500.000 de bajas. En el lado Británico también sería en la primavera de 1916 cuando se utilizó de forma general el reconocible casco de metal Brodie… Hasta este cambio, al ejército inglés había tenido varios centenares de miles de bajas. Otro hecho que refleja la mentalidad del ejército británico de 1916, era que los oficiales vestían un uniforme diferente al soldado raso…Por este motivo el primer día de la batalla del Somme hubo una cantidad tan elevada de oficiales muertos. Los soldados alemanes estaban al tanto de este hecho y apuntaban de forma selectiva…Otro dato, que refleja la mentalidad de los mandos de la época…tampoco se permitió utilizar el paracaídas a los pilotos de ambos bandos. Los mandos pensaban que en caso de miedo podrían saltar del avión y abandonar el combate. Miles de jóvenes murieron envueltos en llamas dentro de sus aviones, hasta que en 1918 lo comenzaron a utilizar los pilotos alemanes e ingleses. Los mandos franceses y americanos, nunca lo permitieron entre sus tropas.

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Jacques Tardi: Putain de Guerre 2008

Se trataba de ejércitos formados por soldados voluntarios, integrados por ciudadanos que en su vida normal eran carniceros, panaderos, campesinos, obreros…en su mayoría analfabetos. Frente a ellos, la mentalidad obtusa, clasista y decimonónica del generalato y oficialidad, es la que puede explicar su ausencia de empatía con los ejércitos a su mando, desangrados en acciones de asalto absurdas…destinadas a una muerte segura del 50% de los participantes. Eso sin hablar del uso del gas…Baste citar lo que dijo un Ayudante del general Sr. D. Haig (de nuevo), tras visitar, por primera vez el campo de batalla, una vez concluida la lucha en Passchendaele (julio-noviembre de 1917): ¿Cómo hemos podido enviar a nuestros solados a luchar aquí? Hasta ese momento nadie del Estado Mayor Inglés había visitado la zona de combate. No se comprendía la ausencia de avances significativos, a pesar de la gran cantidad de artillería utilizada…principalmente debido a que, el terreno y las fechas para la batalla había sido seleccionada por el Estado Mayor, sin tener en cuenta las recomendaciones de los expertos (inferiores en rango y sin poder de decisión) que indicaban que la zona elegida era una ciénaga pantanosa, que tras las lluvias de otoño, devoraría a caballos, tanques y hombres… Se calcula que 350.000 británicos y 150.000 alemanes murieron en dos meses, de ellos 40.000 desaparecidos, para ganar/perder apenas 16 km2 de frente.

Esa mentalidad de la forma de hacer la guerra por parte del Estado Mayor frente al soldado de primera línea, aparece en libros tan actuales como “Nos vemos allá arriba” de Pierre Lemaitre, premio Goncourt de novela (Edt. Salamandra, 2013) o en novelas como “Senderos de Gloria” de Humphrey Cobb (1899-1944), publicada en 1935 sobre sus experiencias como soldado en la I Guerra Mundial. Este libro fue trasladado al cine por el genio de Stanley Kubrick con el mismo nombre: Senderos de Gloria (Paths of Glory, United Artists-1957). Probablemente, la película que mejor refleja, lo acontecido en el campo de batalla europeo de la I Guerra Mundial. En especial la diferencia entre la mentalidad del oficial y el soldado destinado en las trincheras y la que tenían los generales del Estado Mayor.

La película muestra el fracaso de la toma de una posición alemana en 1916, llamada la Colina de las Hormigas, por parte del regimiento del Coronel Dax (Kirk Douglas). Este fallido intento, desencadena la pérdida de un posible ascenso del general al mando de la división, el general Paul Mireau (George Macready), ofrecido por el general George Broulard (Adolphe Menjou), al principio de la película. Como factor de restablecimiento del HONOR, de aliviar el ego personal herido en el fracaso y envuelto en la bandera de Francia, el general Paul Mireau, solicita el fusilamiento primero de 100 soldados, 12 después y, finalmente de sólo 3, elegidos al azar entre los sobrevivientes del ataque. Como afirma la crítica de la película, este es el armazón central de la trama, la práctica de ejecutar a soldados seleccionados aleatoriamente, aunque no fueran los responsables de una acción negligente, como castigo a la falta de toda su unidad. Sin juzgar nunca si las órdenes de la batalla eran las adecuadas o no. Los oficiales de Estado Mayor estaban a salvo o al margen de los fracasos militares. Ninguno fue fusilado o juzgado.

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No dejaría de ser una película antibelicista más, de no ser porque está basada en hecho real. En el ejército francés se diezmaban las compañías, que podía incluir el fusilamiento de 1 de cada 10 solados, cuando una compañía o batallón se negaba a cumplir una acción de asalto a una posición…Este fue el caso del 8º del Regimiento Mixto de Tiradores Argelinos en 1914. Peor fue el acontecimiento acaecido en 1915 en el que un general francés, tras fracasar tres veces en la toma de una posición enemiga, ordenó bombardear sus propias líneas para obligar a sus tropas a atacar de nuevo. Aunque nadie obedeció esa orden, el general mando repetir el ataque otra vez para alcanzar un porcentaje de bajas aceptable al honor de él y del regimiento a su mando. Otro hecho verídico, que utiliza Stanley Kubrick en el filme.

Como acceder de forma directa, sin ficción, a la mentalidad del soldado de primera línea…Sólo mediante los diarios de guerra autobiográficos. Y en esta descripción, lejos de los hechos heroicos, de batallas y acciones brillantes…destaca la rutina diaria de la masacre descrita por Ernst Jünger (1895-1998) en Tempestades de Acero o In Stahlgewittern del año 1920. Probablemente el mejor libro que se ha escrito a favor del compañerismo y los valores que puede propiciar a un hombre la guerra y ser el libro más antibelicista de la historia. El libro de Jünger es un resumen de los 22 diarios escritos en su día a día de la guerra. Se trata un libro menos aclamado que el escrito por E.M. Remarque en 1929: Sin novedad en el frente, a pesar que Remarque sólo sirvió como zapador tres meses a varios kilómetros de la primera línea y nunca entro en combate. Frente a él, Jünger, que llegó a los 103 años de edad, un ex miembro de la Legión Extranjera en la que estuvo en 1913, acumuló 14 heridas, en decenas de acciones de combate en los cuatro años que combatió, entre 1915 y 1918. Por ellas se le concedieron algunas de las medallas al valor más valoradas del lado alemán, como la Cruz de Hierro o la preciada Pour le Mérite.

Jünger escribe sobre la rutina de la muerte en las trincheras…que en sus diarios se transforma en la descripción de la rutina/vida cotidiana a la que llegan a adaptarse los hombres para sobrevivir. Sorprende o llama la atención que lo más destacado para él, después de en un día de combate, no sean las acciones bélicas en las que ha participado su regimiento…sino la posibilidad de tumbarse al sol en un campo de flores una tarde de primavera, poder terminar el día bebiendo un café caliente, lograr una cama seca o compartir una botella de coñac mientras juega una partida de cartas en el interior de galería excavada a 20 m de profundidad. Esto, a pesar de combatir en algunas de las crudas batallas de la Guerra, como la del Somme, Arras, Cambrai o la ya citada de Passchendaele. En todo el libro no aparece nunca como factor del valor, de la acción de combatir, de avanzar o defender un sector de trinchera asignado a su mando…la palabra honor. La defensa de una posición no se asienta en el fervor nacionalista, o en la búsqueda de una medalla o ascenso, sino en algo que está dentro del soldado real, aquel que se encuentra impregnado del espíritu guerrero, que aparece tras varios años de combates, y demuestra sus agallas día tras día y logra su recompensa cuando una noche de patrulla captura al centinela inglés de la trinchera enemiga. Su mentalidad, alejada del Nacionalismo Alemán, lo demostró en la II Guerra Mundial, a pesar de servir en la Wermach en Paris y en el Frente Ruso, al negarse a que sus escritos fueran utilizados por el Partido Nazi.

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Ninguno de los participantes que sobrevivieron a este conflicto…están ya vivos. El último de ellos murió el 4 de mayo de 2011. Se trataba del australiano Claude Stanley Choules, quien falleció en Perth a los 110 años, ciego y sordo. Las fotos de los soldados muestran al principio de la guerra, caras sonrientes en los desfiles, fotos de estudio con el uniforme de gala, destinadas a sus novias y esposas. Frente a ellas, unos meses después aparecen las imágenes de la carnicería en las trincheras, único método que permitía salvar la vida frente a las ametralladoras y el bombardeo de continúo de centenares de cañones y obuses, en las que aparece un soldado sucio y demacrado, con la mirada perdida, envuelto en barro, con barba de varios días y múltiples soldados muertos a su alrededor… No es de extrañar que la fuera llamada la Gran Guerra. Tampoco que engendrara la II Guerra Mundial. Todos los grandes actores de la II GM combatieron en la I GM: Hitler, Churchill, Rommel, Pattón, Truman, etc.

Antonio José Gómez Laguna, arqueólogo.

 

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