Sucedió en Toledo. 01 D19 Archivo VASIL

Atrás queda aquel puente de diciembre en el que las luces de Navidad alumbraban nuestras calles y cargaban de ilusión un mes de fiesta, comidas y cotillón.

Dábamos un descanso al gimnasio, al régimen, a la antipatía natural de unos pocos y abríamos nuestro estómago y nuestra cartera a los excesos navideños.

Pero todo lo bueno tiene un final. Aún con la resaca del champán del año nuevo, no dejamos recuperar el estómago y volvemos a castigarle con una porción (nata incluida) de un maravilloso y suculento roscón de Reyes.

Pero, ¿quiénes son los Reyes?

Que no se preocupe nadie, que no seremos nosotros quienes desvelemos ningún secreto histórico convenientemente guardado, para no apagar la ilusión de todos los niños y niñas que esperan ansiosos sus regalos.

El merecido gran final de estas Fiestas es mantener la ilusión infantil, en forma de personajes míticos, cuyo único objetivo en su vida eterna es cargar de regalos a todas las generaciones; como si fuera una Constitución moderna: “sin distinción de sexo, raza o condición”.

Los más pequeños de la casa esperamos ansiosos que Melchor, Gaspar o Baltasar cumplan con su compromiso anual y nos dejen alguna de las cosas que, previamente, hemos plasmado en nuestra “Carta a los Reyes Magos de Oriente”.

Por tierra, mar y aire Sus Majestades llegan a las grandes ciudades y a los pequeños pueblos.

Ver la cabalgata, es mantener la ilusión por una magia que se refleja en los ojos de los más pequeños; las calles inundadas de música, luz y color, ocultan cualquier problema, propio o ajeno; todo el mundo parece feliz y, aunque solo sea por una noche, la ilusión vuelve a protagonizar el debate de cada hogar, de cada familia; monárquicos, republicanos, religiosos, agnósticos….. todos soñamos esa noche con los Reyes Magos.

Bueno, algunos ni sueñan, ni se ilusionan y ademas se creen que los reyes son los padres; pero, esos, no son lectores de este Blog.

¡Qué equivocados están! Los Reyes, los auténticos Reyes, no son los padres, somos los niños.

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Quique J. Silva