Gimnasio Maravillas. Lo inefable en la obra de Alejandro de la Sota. [José María Martínez Arias]

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Cuenta con poco más de medio siglo de vida, pero pese a su callada presencia, esta obra se ha convertido por méritos propios en el legítimo icono de la modernidad española. Recientemente catalogada como Bien de Interés Cultural y con la máxima protección patrimonial, es visita obligada como símbolo de nuestra la arquitectura moderna. pero el gimnasio Maravillas, es más que un superviviente de aquellos años sesenta, es una obra maestra que paradójicamente ha sido una gran desconocida para muchos de nosotros.

Cuando al Arquitecto Alejandro de la Sota, (1913-1996) se le realizó el encargo del nuevo gimnasio para el madrileño Colegio de Nuestra Señora de Las Maravillas en 1960, quizás los hermanos de la Salle no eran conscientes de lo que iba a suponer la futura ampliación del programa escolar. El proyecto y su previo planeamiento se convertirían en un mito que rompería los esquemas de lo que habría sido el modo de entender la arquitectura y el espacio. Una obra atemporal, brillante, completamente pionera y adelantada a su tiempo, en una España sumergida en plena autarquía donde los medios tecnológicos eran escasos y primarios.  El autor hizo alarde de su capacidad  proyectual  resolviendo varios problemas a la vez mediante el insólito uso de la estructura.

El programa pretendía dotar al colegio de nuevos espacios, siendo el gimnasio la zona principal.  De lo que sería inicialmente el problema, Sota extrajo la razón de ser del proyecto: El fuerte desnivel entre la calle y la edificación existente, generaron un volumen que, a modo de cuerpo basamental respecto al nivel superior, estratifica el programa de usos verticalmente, obteniendo una absoluta calidad espacial y un máximo aprovechamiento de la superficie.

Esta concepción de la arquitectura que era tan próxima a la modernidad de Le Corbusier o Mies Van der Rohe mediante la respuesta a cuestiones básicas como el programa, el soleamiento o la ventilación y el empleo de materiales industriales, nunca antes usados en este tipo de obras; daban  muestra de la voluntad del creador por materializar una idea conformada a partir de la aplicación de estas herramientas proyectuales para generar la respuesta. El proyecto engendrado mediante el diálogo ente los condicionantes y los medios disponibles, no obstante se limitará a representarse como una  articulación del preciso número de elementos para el funcionamiento perfecto de esta máquina, donde ni sobra ni falta nada.

No son necesarios numerosos planos para entender el proyecto, con el croquis a mano alzada del propio de la Sota, es más que suficiente para captar la espacialidad, la materialidad y casi hacer un imaginario recorrido virtual por el Maravillas: Es una obra creada a partir de la sección, bajo  el nivel de la calle Joaquín Costa a la que se abre el volumen principal, está la piscina, donde todo el peso del vaso recae racionalmente sobre el terreno. Sobre esta planta sótano aparece la diáfana sala del gimnasio, donde la exención de soportes se va a solucionar con las protagonistas del proyecto, las cerchas metálicas invertidas, que van a resolver varias cosas de una sola vez: salvar la luz de 12 metros entre la fachada a la calle y el muro de contención. También van a generar una cubierta plana, amplia y diáfana que ampliará el programa exterior como patio de juegos. Pero lo verdaderamente audaz y transgresor en la aplicación de estos elementos será la cualidad de hacer de la estructura un espacio útil, habitable en un vacío que tradicionalmente sería desaprovechado y desde luego, rápidamente oculto de toda mirada, aquí queda expuesto gracias al alarde retórico y tecnológico permitiendo albergar diferentes salas de conferencias y aulas, donde la estructura  trabaja de una forma precisa, gracias al acuerdo entre forma y programa.

 

La luz de medio día inunda los espacios, encendiéndolos con la calidez de las maderas se consigue un recinto amable, táctil y a una escala casi doméstica que no obstante se expresa con la intemporal tensión espacial de las grandes obras de la arquitectura. Resulta emocionante cuestionarse  como la percepción de un espacio de la calidad del Maravillas es el fin último del proceso, donde los escasos elementos y medios disponibles que han intervenido, más allá de resolver el programa inicial nos brindan la voluntad de experimentar lo inefable en el espacio arquitectónico.

Recientemente la Dirección General de Patrimonio ha establecido la máxima protección del Gimnasio Maravillas como Bien de Interés Cultural. Es cuanto menos alentador apreciar este gesto tan esperado por parte del Gobierno con el fin de preservar el patrimonio arquitectónico de nuestro racionalismo, no debemos olvidar que en las últimas décadas se han producido verdaderas atrocidades, donde el desinterés de las autoridades hacia estas creaciones que quizás por adolecer de relativa juventud o de una modernidad que supera incluso nuestra contemporaneidad, ha propiciado la pérdida de algunas obras maestras. Es ya irremediable el actual estado del que fue Pabellón de España en Bruselas, obra de J.A. Corrales y R. V. Molezún de 1958, cuya ruina aun resiste con dignidad el peso del tiempo y la indiferencia en la Casa de Campo. Menos suerte tuvo La madrileña torre de los laboratorios Jorba, conocida como “la pagoda” de Miguel Fisac  de 1970, demolida hace ya 19 años. Lo mismo se podría decir de la casa Sobrino de Javier Carvajal (1971-2008) en la playa de Ondarreta, moderna interpretación del caserío vasco, cuya demolición tuvo sucesión de continuidad con una nueva herida, todavía abierta por su reciente atentado: La casa Guzmán del propio Alejandro de la Sota (1972-2017).

No debemos obviar los difíciles condicionantes en los que la modernidad española emergió en unos momentos en los que la tarea de innovar, transgredir y renovar la percepción arquitectónica y el propio habitar, consistieron una auténtica batalla frente a la realidad española. No obstante, a lo largo del siglo XX germinarían obras ejemplares que hoy merecen la correspondiente difusión y protección como el testimonio vivo que suponen, y que en la mayoría de los casos su valor didáctico y calidad proyectual no han sido superados.

Enlace al vídeo de RTVE de la serie “La aventura del saber”

José María Martínez Arias, estudiante de arquitectura de la EAT.

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4 Comments

  • jesus fuentes

    Una nueva lección de arquitectura para los ignaros; un recuerdo para quienes ya lo saben y un aviso para todos sobre la fragilidad del patrimonio historico, antiguo o moderno, ante dos anemigos imbatibles: la especulación y la ignorancia.

    • José M.

      Gracias por esas palabras Jesús.
      Es desalentador ver como obras que aún permanecen en los buenos libros de arquitectura y que hoy siguen siendo ejemplos de enseñanza, hayan desaparecido por las causas que comentas. La difusión es una de las herramientas que nos quedan.

  • Luis Antolín Jimeno

    Si me permitís una digresión sobre el tema. Además de su valor arquitectónico el gimnasio supuso una revolución por la utilidad: la gimnasia, la educación física de la época. Y tan importante como su obra fue su dotación específica. No se usó como polideportivo en sus inicios sino para la gimnasia educativa. El graderío extensible y las lineas de los campos vino después. Otro punto de vista para un espacio que es referente también en la pequeña historia de la educación física. Y ya de paso denunciar el abandono del gimnasio de la Escuela Central de Educación Física de Toledo. El gimnasio, concebido como tal, más antiguo de España que ahora cumple, o está a punto de cumplir, cien años.

    • José M. Martínez Arias

      Gracias por los datos que aportas Luis;
      Toda buena obra es aquella que sabe adaptarse a los cambios y seguir manteniendo un lenguaje propio. Desde luego que la mejor crítica de un proyecto como este, la debería hacer la suma de opiniones de los usuarios y docentes que en ella se mueven. Ellos son los verdaderos entendidos, pues les toca disfrutar o sufrir un lugar que es su espacio vital. Tal como dices es importante que reúna una dotación óptima, además de su valor arquitectónico, la buena obra se compone siempre de ambas cosas.

      Respecto al gimnasio de Toledo, como en tantas obras, toda llamada de atención es merecida mientras se esté a tiempo de salvar a la obra del desastre.

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