Diario alegre de un encierro triste. Día 49 [Quique J. Silva]

@Antonio Esteban Hernando / D49 del Diario alegre de un encierro triste.

Mary Poppins no existe

No todo van a ser inconvenientes. El estado de alarma nos ha llevado a pasar en casa más tiempo en cinco semanas, que algunos en un año.

Han quedado en desuso expresiones como “vuelvo en un momento”; “lo siento, es una cosa urgente del trabajo”; “a ver cómo te las apañas, pero mañana comemos con mi madre”; “tengo ensayo”; “este viernes salgo yo…” y otras tantas frases hechas, que utilizamos sin darle mayor importancia.

Las posibilidades de “escaquearnos” se han reducido al apartamento, el piso, o en el mejor de los casos, el chalet (adosado, o no).

Ya no podemos alegar aquello de “yo creía…” o “te había entendido que …”.

No hay excusas. Las cosas son como son. Claras y sin interferencias de la wiffi.

¡Al pan, pan y al vino, vino!

@Jesús Gómez-Escalonilla Sánchez-Infante. Diario alegre de un encierro triste. Día 49.

Vaticino (que verbo tan bonito y preclaro) que como en otras muchas cosas, en esto de las relaciones familiares, también habrá un antes y un después, en la Nueva Normalidad.

Ya sea por solidaridad real, acojono o ganas de agradar, casi todos hemos demostrado una empatía poco común.

Muchas mujeres han visto estas semanas lo que vienen soñando casi toda su vida. La paridad y la conciliación se han hecho realidad.

¡A ver ahora quien es la guapa que se vuelve a dejar comer el terreno!

Los príncipes y princesas de la casa, han visto cada mañana que la cama no la hace ninguna Mary Poppins con paraguas. Toro Sentado ha comprendido que compartir tareas no es sinónimo de “calzonazos” o “pringao”, y que sigue habiendo tiempo libre, pero ahora para todos.

@Antonio Esteban Hernando / D49 del Diario alegre de un encierro triste.

Amas de casa del mundo ¡uníos! ¡Ni un paso atrás! ¡Nosotras parimos, nosotras decidimos!

Cómo en los mejores tiempos de la lucha antimachista, el “encierro” ha traído la revolución pendiente. Ni marchas del 8 de marzo ni leyes feministas; algunas y algunos lo recordarán como el “Confinamiento de la Liberación Femenina”.

Luego, cuando alcancemos la fase III, que cada palo aguante su vela.

Objetivo del día: No volver a poner en la puerta del despacho el letrero “no molestar”.

Y mañana será otro día.

Quique J. Silva

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