¿Y cómo desinfectamos nuestros monumentos y patrimonio? [Luis Miguel Muñoz Fragua]

Veo con asombro cómo se están desinfectando masivamente nuestras calles y eso me produce dos reacciones. La de la tranquilidad que me puede dar a primera vista que al rociar con lejía las calles este virus que nos tiene atenazados y otros quedan prácticamente fuera de combate. Esa neurosis que tenemos todos cada vez que salimos de nuestras casas, al supermercado o a trabajar con nuestros “EPIS“ improvisados, nos aporta cierta seguridad el ver que desinfectan nuestras vías de tránsito.

Y segunda: ¿Pero qué pasa con nuestros monumentos? Respuesta rápida: la lejía aunque esté disuelta, es un agente alcalino que afecta negativamente a nuestras piedras  y a otros materiales que constituyen nuestro rico patrimonio, por lo que ése entusiasmo por la prevención intuitiva -pero no científica- por tener todo desinfectado, no vale para todo.  Los protocolos propuestos por Cultura son muy claros: “Nunca fue tan fácil ayudar a nuestro patrimonio: Cuídalo, cuídate, no lo toques”. La desinfección del patrimonio no puede hacerse con productos corrosivos, como el amoniaco y los detergentes, además de la mencionada lejía, que además generan residuos muy dañinos están “totalmente contraindicados”.

Pero claro, ¿qué pasa cuando se tratamos de desinfectar un casco histórico? Desde los organismos especializados en conservación de patrimonio, se recomiendan otras soluciones como son la disoluciones hidro-alcohólicas y el Etanol disuelto al 70% en agua a baja presión podrían ser unas soluciones menos agresivas para nuestro inmenso patrimonio, aunque siempre esos residuos siguen siendo agresivos  para materiales como la madera, con lo que nuestros portones se verían igualmente amenazados, por no mencionar, el interior de nuestras Iglesias.

Como conservadores-restauradores  y científicos de la conservación del patrimonio Histórico-Artístico, sabemos que no debemos dañar los materiales. Somos los custodios, guardianes y responsables del patrimonio cultural que hemos heredado y que queremos que permanezca  para las generaciones futuras. Esto incluye cosas como cualquier colección que se atesore: los muebles de la casa histórica, el mostrador de información de cualquier museo o incluso cualquier documento gráfico. Depende de nosotros hacer lo correcto, ya que los materiales históricos pueden dañarse irremediablemente. Por tanto y después de leer toda la literatura científica al respecto, lo mejor es el aislamiento, sí, al igual que como se actúa con las personas.  Al menos se deberían aislar durante mínimo nueve días, aunque seamos sinceros: ¿qué pasa cuando es necesaria la desinfección? Es evidente que la salud de las personas es la cuestión prioritaria, sin ningún género de dudas; pero tras ella, podemos pensar también en el cuidado nuestro patrimonio cultural, ya gracias a él nuestra ciudad es visitada por miles de turistas. ¿Qué sería entonces de Toledo sin su patrimonio, sin su economía circular?

Por tanto ahora es también fundamental proteger a una de nuestras fuentes de riqueza, tanto cultural, como económica.

Simplemente recordar a las autoridades competentes, que existen técnicos cualificados, para llevar a cabo éstas acciones y saber recomendar en cada momento qué producto específico de debería de usar.

No obstante os dejo una pequeña guía de actuación:

Las superficies de ladrillo, cerámica e incluso madera siempre que no esté policromada, se pueden limpiar con agua y jabón obligatoriamente que sea neutro y de origen vegetal, para después desinfectarlas con solución de alcohol isopropílico que contenga al menos un 70% de alcohol.

El alcohol isopropílico se puede usar en algunas superficies como mármol, piedra caliza y superficies de granito; aunque no para la madera.

No use blanqueadores/lejía en estas superficies. Muchos materiales culturales son sensibles a la lejía al ser  hipoclorito de sodio, que se oxida en forma de sal de sodio y los materiales como la piedra, materiales porosos, ladrillos, cerámica, todos serán dañados  irreversiblemente.

Luis Miguel Muñoz Fragua. Conservador-Restaurador de Bienes Culturales.

Máster en Conservación Preventiva de Obras de Arte y Patrimonio Monumental.

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