Buena parte del universo de la iconografía pictórica hagiográfica, está caracterizada y sistematizada desde la unicidad de contenidos visuales; de tal suerte que en ese universo cerrado y unívoco, se operaría una reducción simplificada de los contenidos formales propuestos para mejorar una lectura más atenta y precisa. Y desde esta simplificación, ajena a las desviaciones visuales, se alcanza cierta codificación temática e iconográfica, en la que coinciden alegorías, símbolos y arquetipos para relatar historias y componer unas virtudes personales o unas características históricas determinadas que convenía ensalzar y potenciar. Un relato, pues que identifica lenguajes y contenidos. Rara vez asistimos por ello, a una representación dual o abierta, en la que la caracterización del universo representado de asuntos y personas, pudiera abrirse en dos direcciones y en algunas dudas. Continuar leyendo