Algunas notas sobre el boceto del mural de la calle Sinagoga [Fernando Sordo Juanena]

Detalle del boceto: círculo central

Es lógico pensar que cuando una obra de arte público se proyecta se debe tener presente que su destino está ligado, a perpetuidad, al espacio en el que se ubicará. Continuar leyendo

En el estudio de Fernando Sordo [Jesús Fuentes Lázaro]

Apareció. Surgió como si fuera un personaje del Gran Gatsby, el héroe de la “belle epoque” de la novela de Scott Fitzgerald. En su “escarabajo” color café con leche, cruzó el barrio de Santa Teresa hasta donde le esperaba. En el Volkswagen descapotable, recuerdo rodante de antiguas historias, nos desplazamos al Estudio, ahora reconstruido, tras el paso destructor de Filomena. Antiguamente había sido una nave para usos más toscos. Ahora, en una nueva vida útil, es un estudio de artista, reconstruido que brilla con abundante luz del Norte, la más pura y limpia, en expresión de Fernando Sordo. La otra, la luz del Sur, está más contaminada, posee más amarillos, más ácidos. Se supone que sabe lo que dice, pues un elemento esencial de su obra consiste en atrapar en un espacio inerte los efectos multiplicadores de la luz. Y con esta introducción iniciamos el recorrido por las obras de pintura-no escultura, aunque tenga volúmenes, del pintor Fernando Sordo.

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Breve historia de cómo vio la luz el mural de la calle Sinagoga [Fernando Sordo Juanena]

Un grupo de ciudadanos notables, que se reunía semanalmente en torno a una mesa del restaurante Casa Aurelio, sugirieron al propietario la idea (siguiendo el ejemplo de los murales de Alberto Corazón en Puerta Cerrada de Madrid) de embellecer la fachada de catorce metros por tres y medio de ancho, que tristemente presidía este tramo de angosta y descuadrada calle. Como todos conocían a buenos artistas locales capacitados para realizarlo y no se ponían de acuerdo a cuál de ellos hacerle el encargo, decidieron sacarlo a concurso con plica, es decir anónimo hasta después del fallo del jurado. Continuar leyendo

La Posada de la Hermandad de Toledo. De cárcel de golfines a centro cultural (y II) [José García Cano]

Habíamos dejado interrumpido el recorrido histórico y los diferentes usos de la Posada de la Hermandad de Toledo, en las postrimerías de los años 70 del siglo XX, cuando había cerrado sus puertas el ya olvidado Museo Histórico de la Ciudad de Toledo y se auguraba un futuro eminentemente cultural para el edificio. Ya en la década de los 80, la antaño sede de los cuadrilleros, recibiría una exposición que muchos toledanos recordarán y que por cierto fue muy criticada, al mismo tiempo que visitada.

Y llegó la polémica: la exposición de instrumentos de tortura aterriza en Toledo. Continuar leyendo