Restaurar el claustro de la catedral de Toledo. [Diego Peris]

Cisneros que, en 1484 renuncia a sus beneficios y entra en la orden franciscana, es nombrado cardenal de Toledo en 1495 ciudad a la que no se atreverá a llegar hasta dos años después en 1497. Y una de sus primeras preocupaciones en recuperar la vida del cabildo catedralicio como comunidad religiosa.

La obra de la catedral, iniciada en 1226, no se terminaría en lo fundamental hasta 1493, cuando se cierran las últimas bóvedas de los pies de la nave mayor. Y entonces comienza un proceso que hace que la obra de la catedral de Toledo sea una obra permanente, una obra de inacabada ejecución.

Es en esos momentos, de finalización de la obra principal, es cuando Cisneros llega a Toledo como arzobispo. Sus propuestas para la catedral tienen que ver con los planteamientos de reforma de la práctica religiosa tanto del clero como de todos los fieles. Y en la catedral tendrán como resultado cuatro importantes actuaciones: la reforma del claustro, la capilla mozárabe, la nueva sala capitular y la zona del altar mayor. Su primera propuesta va dirigida al cabildo de la catedral que quiere que cumpla con sus obligaciones claustrales. Para ello quiere que vivan una vida de comunidad conforme a la regla de san Agustín. Y así lo habla con el maestreescuela Francisco Álvarez y Juan Quintanapalla que, en nombre del cabildo, van a felicitarle a Aragón y asisten a su consagración.  Pero el cabildo no parece nada conforme con esta decisión y enviarán un emisario a Roma, el canónigo Alfonso de Albornoz, capellán mayor. Cisneros, al enterarse, dio orden al embajador en Roma, Garcilaso de la Vega, para que lo detuviese antes de llegar a la ciudad. Al regresar a España, los agentes de Cisneros encarcelaron a Alfonso de Albornoz. Pero Cisneros prefirió renunciar a este proyecto de manera prudente.

Claustro de la catedral de Toledo, Cisneros, Museo de Obra, Valentín Berriochoa Sánchez-Moreno, José Miguel Merino de Cáceres,

Y, sin embargo, ya ha puesto en marcha la obra de construir alojamiento para el cabildo en el claustro de la catedral. El Claustro se inició en 1389 por el maestro Rodrigo Alfonso, sucediéndole Alvar Martínez y es de planta cuadrada (54,35×54,25 m.) con una zona interior ajardinada de 34,50 metros de lado (medida entre contrafuertes) dejando un amplio espacio cubierto en su perímetro con 8,20 metros de anchura. Es el de mayor tamaño de los claustros catedralicios españoles, de acuerdo con la medida cierta como dice Merino de Cáceres que es, probablemente, el que más sabe de estos temas de medidas. Y por ello sus dimensiones son de 140 pies castellanos de lado para el prado y 198 pies de lado para los corredores, según un cuadrado perfecto (140 √2 = 198), de forma que las pandas claustrales tienen la misma superficie que el jardín. El claustro se levanta en el lado norte de la catedral sobre el antiguo alcaná donde Pedro Tenorio (1328-1399) plantea también su capilla funeraria. El claustro comenzó a construirse en 1389 y se terminó en 1425 por Alvar Martínez. Los cuatro lados del claustro se resuelven con bóvedas cuatripartitas que comprenden siete tramos en cada uno de sus lados. Los ánditos, dadas las características de las nervaduras y otros elementos constructivos, corresponden a dos etapas constructivas diferentes. 

El claustro superior es claramente diferente del inferior. Parro lo describe de la siguiente manera: “Las dimensiones de este claustro solo convienen con las del principal de abajo en la longitud, pero es bastante más estrecho, y sobre todo más bajo de techo, pues sin duda no dieron a la fábrica todo el desarrollo o capacidad que pensasen, por haber cambiado el designio o los planes del Arzobispo, porque de otro modo no se concibe que un Enrique Egas o un Pedro Gumiel, que eran los arquitectos de la Catedral y del Prelado, y es natural que dirigiesen esta obra (…), hubiesen ido a hacer una cosa tan raquítica y desproporcionada como estas galerías”. Visto con el paso de los siglos las dos plantas superiores del claustro parecen diseñadas con el acierto de quien no quiere competir con la planta inferior y levanta un edificio humilde en su estructura de madera y en su altura que queda como añadido sencillo al elemento esencial que es la planta baja. Dos plantas con usos residenciales inicialmente. En la planta superior un grupo de religiosas encargadas del mantenimiento de los objetos litúrgicos tiene su residencia en torno a un pequeño claustro situado en esta zona alta. La reducida altura del mismo y el hecho de situar un corredor con cuatro metros de anchura en todo su perímetro hacen que la percepción del conjunto sea la de los grandes huecos verticales de la planta inferior con el remate horizontal de la planta alta. Los pilares situados a ritmos regulares soportan una estructura de madera que remite a construcciones domésticas al igual que el pavimento de los corredores y las barandillas metálicas de protección exterior.

Junto a la capilla de San Blas está la escalera conocida como Escalera de Tenorio, en la creencia de que la hizo construir tal cardenal, al tiempo que el claustro y la capilla de San Blas. En lo alto de la caja de esta escalera se muestran las armas del Cardenal Cisneros, así como las propias de la Catedral y las del canónigo Obrero López de Ayala. La escalera se adapta a una planta trapezoidal, con tan solo un ángulo recto. Por su organización y su decoración, se habla de Juan Guas como autor de las trazas, algo que aparece aún más claro en las dos portadas, la de acceso desde el claustro y la de desembarco en el piso alto.

Entre el claustro alto y la nave de la catedral hay un conjunto de espacios conocidos como Gigantones. Es el espacio situado sobre la nave extrema del lado del evangelio, el cual coincide en nivel con el claustro alto, desde el que se accede. Está formado por tres grandes piezas estructurales correlativas: primero una gran sala cuadrada de muy amplias dimensiones, en que se ven varias puertas que comunican con la pieza inmediata y dan paso al cuarto en que está el reloj y a las tribunas que tiene el arzobispo en las capillas de San Pedro y de la Virgen del Sagrario.  A continuación, hacia poniente, se abre una larga galería, atravesada por los arcos y arbotantes que sujetan la nave colateral y que se cierra en su costado de mediodía por los ventanales de la misma con sus correspondientes vidrieras. Esta es la propiamente llamada sala de gigantones y recibe su nombre de las trece grandes estatuas y muñecones que aquí se guardan, y que salían antiguamente en los cortejos procesionales del día del Corpus, junto con la popular tarasca, así como en otros festejos de carácter civil. 

La última restauración importante en la catedral de Toledo ha sido la realizada en esta zona del edificio catedralicio. Un proyecto realizado por los arquitectos Valentín Berriochoa Sánchez-Moreno, y José Miguel Merino de Cáceres con la participación de Pedro Navascués Palacio. El proyecto que se inició en el 2004 se desarrollará en años posteriores y en el 2010 se redacta el modificado al mismo terminándose la obra meses después. La actuación ha supuesto una adecuación total de la zona de la catedral tanto en los ánditos de la planta baja como en todos los espacios de la planta superior. Las zonas del Archivo catedralicio que posee fondos de excepcional importancia y la Biblioteca se acondicionan con nuevos accesos y condiciones adecuadas. La zona de Gigantones se limpia de elementos almacenados con el paso de los años y queda como espacio visitable cualificado resolviendo su cubierta de forma adecuada. El acceso al balcón de la reina se hace ahora posible desde estos espacios renovados.

Y en la planta baja del claustro dos espacios singulares en esta actuación: el llamado Museo de Obra que presenta una colección de planos de calidad con las medidas, épocas y evolución del edificio catedralicio comparado con otras catedrales. Y otro espacio donde se presenta un video sobre la construcción del edificio, con el título “Un misterio de luz“. Las nuevas actuaciones con los cristales que reproducen en sus dibujos las trazas de la piedra gótica y la jardinería del interior son buenas compañías de esta actuación que parece escondida en el interior del gran edificio catedralicio. Lástima que no se pueda pasear por los jardines interiores de este claustro, paseo que completaría el recorrido por los sentidos de la catedral.

Diego Peris, doctor arquitecto.

El autor preside actualmente la Fundación Miguel Fisac.

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