Para conocer Cataluña [Jesús Fuentes Lázaro]

Alfons Quintà y su padre (izquierda), junto a Vicens Vives (con dos hijos) y Josep Pla, en los cincuenta. Imagen modificada de El País 11/11/20.

Jordi Amat ha escrito un libro, El hijo del Chófer”, para que los catalanes comprendan mejor su historia. También para que, quienes emigraron, de primera generación, segunda o hasta de tercera, entiendan el lugar en el que viven y trabajan. Y, por supuesto, para que el resto de los territorios de España no se deje influir por simplificaciones populistas o por consignas reduccionistas. Cataluña lleva en conflicto con su complejidad emocional desde, al menos, cien años.  

Los catalanes tienen pendientes unas nuevas elecciones. Muchos ciudadanos votarán probablemente nacionalismo. Es su derecho, pero debieran saber qué ocultó ese nacionalismo que ahora se impone como una malla férrea que condiciona los comportamientos de la vida diaria. Diez partidos, al menos, se van a presentar a las elecciones. La abundancia de partidos da las pistas de la atomización del territorio. Leer el libro de Jordi Amat en estos momentos invita al conocimiento, a la reflexión y el análisis.

“El hijo del chófer” va de un periodista que asesina a su pareja y después se suicida. Pero también va de la burguesía catalana; de los políticos de una época; de la política de esa misma época que condiciona cuanto en la actualidad ocurre en Cataluña y en España. Se cuentan vidas, hechos y personajes. Cómo se hicieron fortunas a la sombra de la dictadura y durante la Transición con la que colaboraron activamente. Y no siempre esa participación en los asuntos de España se orientó a objetivos públicos.  

Alfons Quintà (de pie, con barba) da la entrada a las emisiones de TV3, durante su etapa como director del canal TV3. La Vanguardia 08/11/2020.

Cuenta cómo los lobos de la economía habían convertido a Cataluña en presa de la política y de un sistema de poder. En ese entramado un periodista ambicioso quiso ser poderoso. Primero, criticando al poder. Más tarde, integrándose en el poder que había combatido. Por último, siendo apartado del poder que tanto había detestado y tanto había ambicionado. Un tipo de periodista que proliferó en los años de la Transición. Es la historia de Alfons Quintá. Su padre le introduce en el círculo de Josep Plá, pero abandona la vida familiar y el hijo se siente solo, traicionado. Este hijo crecerá, conociendo a una gran parte de los banqueros y políticos más influyentes de Cataluña durante los años ochenta y noventa. El autor, para incrementar el dramatismo de una vida errática y en ocasiones con comportamientos patológicos, abusa, en mi opinión, de la interpretación freudiana. Demasiado Edipo en acción.

Cuenta la historia de Banca Catalana, uno de esos sucesos oscuros que nos llegaron entre un cúmulo de nieblas y falsedades que difuminaron los hechos. Se mantenía, bajo un régimen democrático, una corrupción que años más tarde, hemos comprobado, era sistémica. No hubo delito en la quiebra de Banca Catalana, porque no llegó a celebrarse juicio. No fue implicado uno de sus elementos más activos, Jordi Pujol. Se movieron cuantos resortes políticos y personales fueron necesarios para que así sucediera. De cara al futuro se construyó, como escudo defensivo, el mito de Jordi Pujol, su poder omnipresente y un incipiente nacionalismo que en la actualidad ha ido a más y desequilibra la política nacional y la su propio territorio. Cataluña en estos momentos es un territorio sin rumbo, cuya desorientación hace tambalear a España.

El Confidencial 10/11/2020.

Esclarecedor resulta el relato en el que se narra la manifestación que la entonces “Convergencia de Cataluña” organiza para defender a Pujol de la acción de la Justicia. “La manifestación, – se cuenta en libro – en teoría arranca a las siete de la tarde. A las seis empieza a llegar gente al parque de la Ciutadella, acercándose al Parlament. Decenas de miles de personas. El servicio de orden reparte pegatinas con el lema < Jo, Pujol>. Mientras esperan que termine la sesión de investidura, cantan el himno de Cataluña y el del Barça, L`Estaca, de Lluis Llach o el Virolai dedicado a la Virgen de Monserrat.” La manifestación se traslada al palacio de la Generalitat. Se corea y se proclama: con el pueblo no se juega; catalán, si, bilingüismo no; hoy habéis sido protagonista de un día histórico; se canta el himno de Cataluña; se corea por tres veces Visca Catalunya; somos una nación. Retorna el nacionalismo de nuestros mayores.

Tras ese acontecimiento fundacional sobre la base de la corrupción del reciente nacionalismo, retrasmitido por la TV3, que dirige Alfons Quintá, la historia se desenvuelve entre lobos y corderos, arribistas y aventureros, corsarios y filibusteros, mezclados ya en un proyecto identitario que se irá consolidando con los años al mismo tiempo que conocemos otras varias corrupciones. Al unísono se fortalece el victimismo populista. España roba a los catalanes y comienza el procés. El libro termina con el crimen absurdo por Alfons Quintá de su pareja, que le había atendido en un episodio sanitario, y el suicidio siguiente del periodista. Cataluña continúa estancada. Y ese estado parece haberse convertido en un modelo de ejercicio del poder.

Jesús Fuentes Lázaro

 

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