Mundo, demonio y carne viva [Paco Rojas]

“Alienígena”. Paco Rojas.

UN MODO DE INDUCCIÓN

Mi edad oscila entre los setenta y los ochenta años, tengo el aspecto de un ser humano vulgar (bastante corriente, podría decirse) y quiero revelar dos secretos celosamente guardados. Mi cuerpo no es pícnico ni esquelético, tampoco es atlético, mi condición de anormalidad se me reveló en una visita que hice a un museo cuando tenía doce años; allí me reconocí en una escultura blanca, hecha en mármol, de un desnudo acostado que mostraba su bisexualidad bajo el título de “Hermafrodita”; ese es mi primer secreto. Cuando me miro en el espejo, veo mi cara normal coronada por una cabeza gris (el tono que resulta de la mezcla visual de mis canas con el negro original de mi pelo) y, si miro detenidamente a mis ojos observo que, cuando están en “posición de taladro”, nadie podría imaginarse que detrás está vibrando la evolucionada mente de un extraterrestre; ese es mi segundo secreto. Soy un alienígena que se ha instalado en la mente humana de un hermafrodita. Afirmo que no he necesitado viajar años luz para llegar desde un rincón del Universo. Para recrearme a mí mismo me ha bastado mi férrea voluntad, mi determinación, mis profundos conocimientos del género humano y la minuciosa evolución de mi mente. Utilizando todo ello, pretendo conseguir que se obre una especie de milagro en los terrícolas; entre otras cosas y simplemente, aconsejo experimentar algo sencillo y a la vez portentoso: “Donde quiera que pongas el ojo, a poco que te esfuerces, verás latir una maravilla”.

Con el compendio de mis razonamientos sobre nuestra especie, diseño soluciones sobre este papel; sin la pretensión de plasmar mis ideas utilizando una pluma refinada que maneje “travesuras literarias”, pero sí expresando razonamientos nítidos, sin  greguerías. Razonamientos que emanen desde los meandros de mi cerebro; esos serán los desarrollos propios de una filosofía denunciante; sin olvidar que, de momento, nuestra evolución no alcanza a ser verdaderamente global. Puesto que, hasta ahora todo sigue manipulándose por continentes, países, regiones, ciudades, y hasta por barrios.  Buscando la depuración de la especie, lanzo advertencias como: “El espíritu del hombre debería cambiar su necia costumbre de preferir la apariencia y hurtar la realidad” o “No hay goce en las cosas si no se comparten” y todo tipo de frases, propias o ajenas, que traten de sanear la configuración de  las mentes humanas.

Ahora, los razonamientos de nuestro alienígena sin nombre huyen de las preguntas que antes le acechaban sobre las dimensiones del Universo, o de cuándo fue el principio y cómo será el final. Opina que es imposible medir esa brutalidad infinita que no tiene límites espaciales ni temporales. Su opinión actual no se cifra en si hay un solo universo infinito o hay tres, le da igual uno que trino, puesto que esa dimensión no puede ser cotejada con referencias de arranque y llegada. Está convencido de que, desde nuestro planeta, únicamente estamos obligados a tomar medidas para que la Tierra pueda sobrevivir a través de un tiempo cifrado en años luz. En contra de esa supervivencia están los desequilibrios naturales y, cómo no, la propia naturaleza humana; que unas veces es destructiva, otras ignorante y la mayoría está cargada de estupidez. Escribe que, gracias a la ciencia (que deja en ridículo constantemente a la milagrería, a las ciencias ocultaso a las propagandas difamatorias), desde los estudios que se están planteando sobre la naturaleza terráquea, se podrán diseñar soluciones globales. Dice: “Seguimos avanzando, hace poco nadie sabía que la Tierra tiene su propia respiración; pero si consideramos que aún se mata por lograr una bastarda felicidad basada en el lujo y la abundancia, se puede decir que aún estamos en la noche de los tiempos”.

Fragmento extraído de la obra literariaMUNDO, DEMONIO Y CARNE VIVA de Paco Rojas.

Paco Rojas, artista, fundador del grupo Tolmo

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