Los muros islámicos en la ciudad de Toledo I. [Rafael Caballero]

los muros islámicos de la ciudad de toledo

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La práctica totalidad de la ciudad actual está erigida o cimentada sobre una gran cantidad de muros de otras épocas, en el peor de los casos; mientras que en la mayoría de las ocasiones, coexisten en un mismo espacio tanto estructuras islámicas como romanas, barrocas o modernistas, todas entre sí en un mismo ente, la vivienda.

En el caso de las edificaciones islámicas, comprobamos que entre los S. X y XI, comienza a darse un “boom” constructivo que en las centurias anteriores no se había dado o, por lo menos, se desconoce hasta la fecha. Casos significativos son los restos conservados de algunos minaretes que han sobrevivido al ser transformados en torres/campanarios de iglesias, como los casos de las torres de El Salvador, Santiago del Arrabal, San Lorenzo, San Cristóbal y parte de la de San Andrés.

En época andalusí -al igual que en anteriores periodos y con posterioridad- los elementos más significativos que se emplean en la construcción son: piedra, ladrillo, teja, argamasa, barro, tapial y madera. Pavón Maldonado nos cuenta que la albañilería o “froga” era uno de los oficios preferidos de los mudéjares toledanos, pero no el único. Tampoco era exclusivamente realizado por ellos, también había algunos albañiles cristianos y judíos. El término “froga” que significa “el arte de yesería y albañilería” estaba estipulado en las ordenanzas de la ciudad de Toledo (Pavón, 1988, 26).

Hasta que Clara Delgado no publicó su tesis doctoral sobre la ciudad islámica de Toledo, parecía que de esta época cultural no había quedado conservado nada. Gracias a sus investigaciones descubrimos que en la ciudad del S. XX se había atesorado más de lo que en realidad se creía.

Por ejemplo, de época Califal (S. X), tenemos dos formas constructivas bien diferentes, por un lado las fábricas de Sillares y, por otro lado, la mampostería encintada, identificada por numerosos autores como “aparejo toledano del tipo A” (Rojas y Villa, 1999). A esto se le sumaría las fábricas de tapial.

En lo concerniente a las fábricas de Sillares, Clara Delgado nos comenta que “… son aquellos realizados en sillería reutilizada –formada tanto sillajes como por sillarejo-, dispuesta en hiladas más o menos paralelas” (Delgado, 1987, 127). Suelen estar colocados a soga y tizón, como podemos apreciar en algunos tramos de la muralla (zona de Doce Cantos y Alcántara). Estos elementos suelen ser fruto de los “Spolia” de las edificaciones anteriores, que son utilizadas como canteras por el nuevo poder instaurado. Tanto en Córdoba como en otras ciudades andalusíes de la época, suelen colocarse dos tizones y una soga (Malpica Cuello, 1998, 296). De época romana, existe un aparejo denominado “en damero”, que podría ser el germen de este prototipo de fábrica (Adam, 2002, 129).

En numerosos puntos del lienzo de la muralla de la ciudad, así como en algunas torres, aún quedan tramos erigidos de esta forma, fundamentalmente en las cimentaciones del sector noreste de la muralla. En cuando a arquitectura civil, tenemos el magnífico ejemplo de parte de la fachada de la vivienda nº 3 de la C/ de San Miguel.

Rafael Caballero García, arqueólogo.

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