Las teloneras de Sara Montiel a beneficio de Cruz Roja. [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 35 D17 Archivo VASIL


Como sacado de la película protagonizada Paco Martínez Soria y José Luis López Vázquez, “El turismo es un invento”, las provocativas bailarinas adoptan posturas poco naturales a base de gestos compulsivos al ritmo de la música “pop”. Estos bailes, que en los años setenta era la novedad en el mundo del espectáculo, constituían el atractivo para asistir a las cenas de gala, benéficas, organizadas por la Cruz Roja para recaudar fondos destinados a sus fines sociales y humanitarios.

El mayor exponente de este modelo de danza moderna era el ballet “Zoom” popularizado a través de TVE por el avanzado de la época: don Valerio Lazarov. Aquel rumano afincado en España trajo a la pequeña pantalla una nueva estética visual materializada en el famoso uso del “zoom” y los primeros efectos “croma”, con una tecnología basada fundamentalmente en el ingenio y la laboriosidad de sus cámaras, grúas y realizadores.

Plásticos, espejos y todo el colorido posible, para sacar el máximo partido posible a una incipiente televisión en color que bañaba los salones españoles con todo el brillo que eran capaces de generar los electricistas e iluminadores de los platós de cine y televisión.

Como contrapunto a aquella locura psicodélica de movimiento y color, la serenidad y estilismo austero de Sara Montiel. Nuestra manchega internacional, que tras su periplo americano vuelve a la tierra de origen para cantar y contar su vida, obra y milagros.

Aquel espectáculo era lo suficientemente atractivo como para atraer a “la flor y nata” de la sociedad toledana de la época; tanto de la capital como de la provincia. Autoridades, empresarios, profesionales liberales, funcionarios, prensa… todo el mundo tenía su sitio en la mesa de la solidaridad promovida por Cruz Roja.

Lugares tan emblemáticos como el Castillo de Escalona albergaron este tipo de eventos que, tradicionalmente, se celebraban al aire libre en una noche muy intensa.

Se iniciaba previamente con la recogida de artículos y enseres que serían subastados o sorteados (según el caso). Ya el día de la fiesta, centenares de comensales se distribuían por las mesas agrupados por afinidad, origen, representatividad o, incluso, amistad. Tras una suculenta cena, ellos y ellas, pujaban por los objetos donados, con el único fin de colaborar económicamente con la institución benéfica. Eso sí, la solidaridad no estaba reñida con volver a casa provisto de alguna de las viandas donadas para la ocasión.

Para muestra un botón. La foto de Maite nos muestra uno de esos grupos de felices asistentes. Aunque no somos capaces de nombrar a todos los que aparecen en la imagen -seguro que nuestros seguidores nos lo completan luego-, esta es la distribución que somos capaces de identificar:

A la izquierda Jerónimo de Mesa junto a su nuera Inés Gárate y su hijo Juan Ignacio (que, probablemente por su juventud, es el único que aparece agachado). Con gafas y mostrando orgullosa el bolso que le ha correspondido, Carmen Bretaño, esposa del Director General de la Caja de Toledo, Juan Molero; que posa orgulloso con un jamón sobre su hombro. En el centro, Guillermo Santacruz, arquitecto municipal, que necesita la ayuda de Enrique Prieto, delegado de obras publicas, para sostener el lote de vino que les ha tocado. A la derecha del todo, con su caja de zumos Vida, posa el doctor Pérez Bracamonte, miembro de la asamblea provincial de Cruz Roja. Tras él, Pedro Alguacil, empleado también de la Caja de Toledo.

Cena, regalos, espectáculo y todo ello aderezado ¡como no! con un esplendido baile final a cargo del grupo toledano de moda, “Los Grecos”. Noche total, noche de gala….. y todo en favor de la solidaridad. ¿Hay quién dé más?

 

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Quique J. Silva

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