La Universidad Laboral de Toledo como Bien de Interés Cultural [Jesús Fuentes Lázaro]

Fotografía de Juan Miguel Pando Barrero © Fototeca del IPCE signatura PAN-B-027081_P

Estamos ante un espacio excepcional: un centro educativo construido en la dictadura, pero más espectacular que los construidos en la democracia. Por el uso del espacio, por la concepción modular de su arquitectura, por integrar la luz y la naturaleza en el proceso de formación de los jóvenes y por emplear materiales pobres para conseguir resultados óptimos. El IES actual, antigua Universidad Laboral, es la concreción espacial de una comprensión de la arquitectura que enlaza con la abstracción y la versatilidad constructivas del siglo pasado.

Ese espacio y el conjunto de edificios que contiene, aunque muy falto de mantenimiento, se encuentra en Toledo. Dadas sus especificidades arquitectónicas y  el deterioro creciente del conjunto se impone reclamar para la antigua Universidad Laboral, actual IES, la declaración de Bien Cultural. Lo que supondría, entre otras ventajas, situarla al mismo nivel que los más preciados monumentos de siglos anteriores. Toledo incrementaría su patrimonio cultural inmobiliario, incorporando a su catalogo una obra de la segunda mitad del siglo XX.

El arquitecto fue Fernando Moreno Barberá (1913-1998). Pertenece  a ese colectivo, inquieto, moderno, pero contenido, de arquitectos obligados a convivir con una Arquitectura al servicio de los valores del régimen y con las corrientes de la arquitectura contemporánea que se realizan en Europa o en Norteamérica. Los arquitectos de la época, salvo los muy adaptativos, se mueven entre equilibrios conceptuales o técnicos para superar el academicismo historicista que imponen los dirigentes. Con base en las estrecheces económicas de la autarquía intentan demostrar que los nuevos materiales y las formas de líneas simples, generan un ahorro significativo para las arcas del Estado. Con menos, se puede construir más. Pura elucubración retorica, pero que agrada a los gobernantes de la época.

Terminada la carrera en 1940, buscará, como otros muchos, completar su formación, trabajando y viendo lo que se hace en diferentes lugares. Moreno Barberá conseguirá un puesto de agregado en la embajada española en Berlín. Conocerá las obras y teorías de Albert Speer, Schmilthenner y, sobre todo, Paul Bonatz, en cuyo estudio completará su formación práctica. Allí descubrirá  los valores del funcionalismo moderno y las nuevas técnicas constructivas. Cuando más tarde obtenga la adjudicación para la construcción de varias Universidades Laborales, entre ellas la de Toledo, desarrollara las experiencias conocidas. Lo primero que hará será determinar  cómo incardinar en el paisaje que le rodea una arquitectura mínima e interconectada que  organizará con soluciones diversas.

Sabe  que un centro educativo debe ser versátil y adaptable a las demandas que una formación dinámica exige. Estudia con mimo el paisaje y su entorno. Y descubre que el espacio asignado es lo más parecido a una proyección en alcance del casco histórico. Descubre la posibilidad de que la arquitectura contemporánea mantenga un dialogo de iguales -en ese tiempo nadie por aquí hablaba de dialogo entre obras de diferentes épocas- con la arquitectura antigua de Toledo.  Desde cualquier punto del lugar seleccionado se contempla la ciudad histórica como un contenedor en el que se han recogido todas las experiencias volumétricas de la geometría tradicional. Ello contribuye a que las trazas y las soluciones constructivas tradicionales, unidos al uso de materiales poco costosos, destilen una funcionalidad abrumadora.

Piensa que es posible crear una imagen doble, pero actualizada, del centro histórico de Toledo. Planta en el espacio asignado una sucesión de módulos hexagonales (figura  de enormes potencialidades lumínicas y simbólicas)  que se adaptan orgánicamente a las variaciones del terreno. En la parte más alta sitúa el edificio de uso comunitario: cafetería y salón de actos, desde donde se divisa, nítido, el perfil de la ciudad histórica con su paisaje de fondo. Enfrente, y en la parte baja, como si de una actividad menor se tratara, coloca el edificio  administrativo y burocrático. A partir de esta distribución planifica las restantes construcciones mediante un trazado de calles arboladas, con rincones ajardinados que se van prolongando hasta los módulos dedicados a residencias de los estudiantes. La obra se inauguró en el año 1972, siendo ministro el toledano Licinio de la Fuente.

Fotografía de Juan Miguel Pando Barrero © Fototeca del IPCE signatura PAN-B-027088_P

La inspiración intelectual del conjunto responde a los principios  avanzados de la educación moderna. La formación y la educación de los jóvenes deben realizarse en espacios abiertos y en relación armónica con la naturaleza. La luz natural y las variaciones climáticas colaborarán en la maduración individual y colectiva de los estudiantes. En los periodos formativos resultan imprescindibles, tanto para estudiantes como profesores, amplitud constructiva y dimensiones generosas del espacio. La educación no debe impartirse en  lugares cerrados. Dificultan la respiración por todos los poros. Son jóvenes los que llenaran sus aulas, su biblioteca o sus residencias. Y es en estas fases de evolución física y caracterológica, cuando más se precisa de una relación abierta con el exterior.

Fotografía de Juan Miguel Pando Barrero © Fototeca del IPCE signatura PAN-B-027080_P

No fue ajeno al diseño  y al modelo elegido la evolución de los  planteamientos del régimen. El Mutualismo Laboral se perfila como instrumento institucional de un pensamiento social tosco, pero suficiente para edulcorar las aversiones de los mandatarios a los movimientos sociales. Sin menoscabar los principios del Movimiento Nacional, el Mutualismo actúa como un eje de preocupación, de influencia cristiana, por los trabajadores. Sobre todo los hijos de estos que configuran un mutualismo “generoso”, preocupado por las nuevas generaciones de trabajadores. El primer director  expresaría en pocas palabras la taxonomía  y la filosofía última del Centro Educativo en un escrito de conmemoración:

“el edificio inaugurado era ya un marco espléndidamente concebido y adecuado para su finalidad educativa y docente: estructurado en pabellones independientes, diseminados en la colina a distintas alturas, dotados de grande ventanales abiertos a la luz y al paisaje urbano, entonces todavía lejano en el horizonte, los pasillos y espacios comunes de los pabellones, amplios y luminosos;  las aulas diseñadas en hexágonos y agrupadas en torno al “Centro de Recursos” para el trabajo y la consulta, tanto individual como por grupos, los espacios exteriores ajardinados y decorados con objetos de la artesanía local; los interiores con plantas, cuadros, y bellos paisajes…..

“Todo conducía al bienestar y a un comportamiento distendido”.

El edificio se construyó con los materiales primarios de la arquitectura moderna: hormigón, ladrillo y cristal. Una alianza que no ha perdido vigencia, aunque haya sido mejorado. Y es que la modernidad constructiva está dotada de idénticas sugestiones permanentes en el tiempo que la arquitectura clásica.

Una declaración como la solicitada protegería y realzaría un espacio y unas estructuras arquitectónicas singulares. De la segunda mitad del siglo XX: abstracción orgánica y contemporánea.

Jesús Fuentes Lázaro


Fotografías del artículo “Toledo en la fotografía del genial Juan Pando Barrero” de 26/05/2018 del blog Toledo Olvidado

 

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2 Comments

  • Hay un trabajo de Juan Blat Pizarro “Fernando Moreno Barberá. Modernidad y arquitectura’ (Fundación Arquia, 2006) que permite una aproximación detallada a FMB. Arquitecto importante por sus universidades laborales, pero de escasa visibilidad, como suele ocurrir en los cánones historiográficos. La monografía le adjudica el Monumento en Puertollano, a la factoría de Calvo Sotelo en 1951. De igual forma que el DOCOMOMO industrial le imputaba, contra otros criterios mas ajustados, la Central Térmica de la Calvo Sotelo, por la razón de que FMB había levantado la central de la compañía en Madrid. El Proyecto SUDOE ya incluía la Universidad Laboral de Toledo, como uno de sus registros que ampliaba los iniciales del DOCOMOMO de 1996.

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