La tradición de los nuevos obispos [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 9 D20 Archivo VASIL


Don Vicente Enrique y Tarancón llegó a Toledo en 1969 recorriendo las calles de la ciudad en un coche descapotable junto al alcalde, don Ángel Vivar.

Por más que pasen los años, las décadas o los siglos, la historia se repite. Sobre todo en un ámbito tan litúrgico como la Iglesia Católica. 

La llegada de un nuevo obispo a la Sede Primada supone todo un acontecimiento social y religioso para una ciudad como Toledo, donde parece que “el tiempo transcurre más despacio”.

El sacerdote, designado por el Papa para dirigir la diócesis toledana, será el responsable, mientras dure su mandado, de los destinos y de la administración de centros y comunidades religiosas, dentro de una gran extensión de terreno que supera, en algunos casos, el ámbito puramente provincial. El poder es mucho y, como en cualquier otra organización, el mundo arzobispal no está exento de las intrigas y juegos palaciegos, Un “quítate tú para ponerme yo” o la esperanza de un mejor destino parroquial; siempre bajo la “obediencia debida”.

Don Marcelo llegó a Toledo un 23 de enero de 1972 y entró en la Catedral bajo palio portado por la Corporación Municipal.

La tradición manda; don Braulio, el último arzobispo, fue despedido oficialmente arropado por todos los feligreses y religiosos que han permanecido bajo su báculo durante los últimos años. Una enfermedad le ha apartado prematuramente de su cargo y el relevo se ha producido según marcan los protocolos canónicos.

No es este lugar de crónicas, ni religiosas ni paganas; pero no podemos (ni queremos) negar la evidencia del hecho histórico que se repite, periódicamente, cada vez que se produce un relevo en el Palacio Arzobispal.

Como en otros muchos aspectos de la vida toledana, el Archivo Vasil custodia el recuerdo en imágenes de las entradas en Toledo de dos de los obispos -luego cardenales- que cumplieron su misión apostólica desde la sede Primada.

Uno, don Vicente Enrique y Tarancón; que resultó luego ser una pieza clave en la Transición española, engrasando todos los mecanismos eclesiásticos para llegar a la nueva constitución. Otro, don Marcelo, que se asentó en Toledo después de llegar de una Barcelona que ya demandaba cotas de independencia dentro del propio seno de la iglesia católica.

Ahora llega don Francisco Cerro, conoce la ciudad y conoce a su gente. Probablemente desde la puerta de Bisagra entrará nuevamente en Toledo, de donde salió como sacerdote. 

Volverá la liturgia de la llegada y toma de posesión. Un ritual digno de tenerse en cuenta en las mejores escuelas de protocolo. Todo medido, todo calculado. Quien está y dónde. Quien no puede estar…. y por qué.

Los que ofician, los que leen, los que cantan, autoridades civiles, militares, invitados de las parroquias, invitados del obispo que llega…… pueblo llano. Feligreses todos que acogerán con esperanza una nueva etapa de la vida católica toledana.

Nosotros, relatores de las tradiciones, nos sumamos a que esta, con toda su pompa y boato, confiando en que sea digna de formar parte de la historia de la religión en Toledo.

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Quique J. Silva

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