La Escuela de Gimnasia, libros y recuerdos 1 [Luis Antolín Jimeno]

 

1924 y 1925. La Cartilla Escolar Infantil y Gimnasia Sueca.


Ilustración de la Cartilla Escolar Infantil

Desde las ventanas de la casa donde nací (casi hace setenta años), en la calle Talavera, se veía la puerta de la Escuela de Gimnasia y, las mañanas de los domingos de los años cincuenta, nos asomábamos cuando un escuadrón de trompetas y tambores salía de allí y, por la Carretera de Ávila, se dirigía a la iglesia de Tavera para tocar el himno nacional en el momento de la consagración. El templo retumbaba y a Don Vitorio, el párroco, le rechinaban los dientes porque no le gustaba nada eso de los soldados en la Casa de Dios. Luego, el escuadrón, se volvía a la Escuela tocando música charanguera con los niños detrás.

Años después, la Escuela de Gimnasia se convirtió para mí en un lugar que frecuentaba y en el que desarrollaría mi gusto por el deporte: atletismo, esgrima, pentatlón moderno, y natación. Con la ayuda de los comandantes Odón y Acevedo, los capitanes Perote, Cerdido y no recuerdo si algún otro.

Luego me dediqué profesionalmente al deporte y la educación física y fui consciente de que, además de mi apego afectivo, la Escuela de Gimnasia (aunque su nombre ha cambiado en distintos momentos de su historia yo siempre la llamaré así) formaba parte de las instituciones históricas que sustentaban mi profesión.

La Escuela Central de Gimnasia, con sus publicaciones, ha dejado un rastro que nos permite una mirada sobre la educación física y el deporte en España, y también sobre algunos rasgos del momento social en que se publicaron. Como si tuviera una deuda de gratitud quiero acercarme a su historia (y a la mía) a partir de los libros y documentos que, por mi curiosidad bibliófila, he ido consiguiendo.

Dedico este primer artículo a la fundación de la Escuela y a dos publicaciones de su primera época: La Cartilla Gimnástica de 1924 y, del Capitán Suarez: Gimnasia Sueca de 1925.

La fundación de la Escuela y la regeneración de la raza

La Escuela de Gimnasia de Toledo quiso ser un revulsivo para el maltrecho campo de las ciencias de la gimnasia, la educación física y el deporte en España. En la propuesta de creación, el general Ricardo Villalba Riquelme declara sus motivaciones: “…su utilidad es tanta que no solo redundará en beneficio del Ejercito, sino de la raza en general…” (Diario Oficial núm.292 de 30 de diciembre de 1919).

En el primer tercio del siglo XX en España, el Regeneracionismo está en boca de todos. Como movimiento cultural y social, incluye numerosas vertientes como el krausismo en educación, los derechos y las reivindicaciones de la mujer. También de índole política, en contra del caciquismo y la corrupción. En fin, que el regeneracionismo servía para todo y no te podías fiar de las intenciones de quien lo esgrimía en sus discursos. De hecho, el regeneracionismo físico unido a la idea de la mejora de la raza, ahora, después de saber cómo evolucionó esta propuesta elevada a estilo de vida en la Alemania de los años treinta, resulta bastante inquietante.

¿Por qué la Escuela de Gimnasia Militar de Toledo?

Más allá de las razones regeneracionistas que aducen sus fundadores, puede pensarse que es una iniciativa relacionada con la mala preparación de las tropas y los militares embarcados en una campaña de África que tanto estaba condicionando la política. No sería la primera vez que esto pasaba en España. En 1806, poco tiempo después de la derrota de Trafalgar (1805), se fundó el Real Instituto Militar Pestalozziano que, en buena parte, confiaba a la gimnasia la preparación de los militares, que estaban en boca de todos como los causantes de la nefasta derrota.

Poco después de la derrota militar de Annual (1921) en Marruecos, y la dura crítica al régimen político y al ejercito, el Directorio Militar de la dictadura de Primo de Rivera, encarga a la Escuela Militar de Gimnasia de Toledo, lo que será su primera publicación: La Cartilla Gimnástica Infantil, en la que aparece como preocupación dominante “La regeneración física de la raza que será un hecho que unido a la regeneración moral y políticapara ver a España vencedora, no solo en el campo de batalla sino en el de la economía

La Cartilla Gimnástica Infantil

Dadas las circunstancias y siendo conscientes de que se trata de un punto de partida, es una buena propuesta. Aunque muy decantada hacia las virtudes militares, como la disciplina, la sangre fría y el valor, va dirigida a la formación de educadores civiles y tiene presente que la educación física es una parte de la educación integral, junto a la educación moral e intelectual. Esto lo repite como una forma de conjuro ante la identificación popular que se hace del gimnasta como un forzudo circense descerebrado.

Lectures Sugestives 1935

Pero esta publicación muestra algunas lagunas que harán que, con la llegada de la segunda República, fuera derogada por no cumplir con la nueva política en materia de educación física y deportes. Fundamentalmente por las siguientes razones:

Olvida a las mujeres. Despacha el compromiso diciendo que pueden hacer lo mismo que los hombres pero más suave y teniendo en cuenta que la gimnasia de la mujer está al servicio de la crianza de niños robustos. A esto le dedica veinte líneas y no aparece ninguna de las corrientes europeas en boga que propugnan la danza y las actividades rítmicas, de carácter estético o expresivo, por las que las mujeres muestran más sensibilidad y acercamiento.

Además, en esos momentos está vivo el debate sobre el valor educativo del deporte. En 1924, en la revista Aire Libre se aboga por el valor regenerador del deporte: “No sabemos si el deporte tiene tanto valor regenerador como algunos defienden pero podríamos probar, porque con los toros, el casticismo, la pandereta y nuestra “jonduras” no nos ha ido muy bien”. Pues bien, en la Cartilla leemos con una contundencia innecesaria que “Todo deporte debe prohibirse en la escuela”. Es una afirmación excesivamente tajante para unas actividades muy populares y que ya están siendo tratadas como educativas en muchos países.

Considera suficientes para la educación infantil los juegos populares de los que propone varios listados. Transcribo aquí alguno por si les recuerdan algún juego de la infancia. Yo recuerdo haber jugado en el segundo bloque de la Avenida de la Reconquista a: la gallina ciega, las cuatro esquinitas, el ratón y el gato (el dao), la comba, el corro, el aro, el truque o rayuela (el piter), el escondite, el tobogán… Para los más mayores propone juegos deportivos como: “el Volley-ball (pelota bolea) el basket-ball (o meter pelota en cesto) e incluso el foot-ball con pelota, tiempo y campo reducido…”.

El valor educativo de la Cartilla se confía a la práctica de la Gimnasia Sueca. Que en esos momentos ya sufre muchos ataques por su rigidez analítica. Sin embargo este será el marchamo científico de la Escuela de Gimnasia en estos años, como se puede ver en la publicación del capitán Suárez (Gimnasia Sueca) en 1925.

Gimnasia Sueca

El capitán Suarez escribe un tratado exhaustivo sobre Gimnasia Sueca. En la introducción, el general Villalba, fundador de la Escuela, avisa de la necesidad de contemplar en la educación física el juego, el deporte y la gimnasia de aplicación (podríamos entenderla como el entrenamiento). Recuerda que el método sueco ya tiene más de cien años y necesita ajustes. Parece una crítica a la aridez de este tratado, que no se sale ni un ápice de la ortodoxia de la gimnasia sueca.

La gimnasia sueca en su origen tenía un marcado componente militar, que se detectaba en recursos para el orden y la disciplina, con formaciones en hileras, filas, columnas y con movimientos simples reglamentados en tiempos (1-2) como los giros a la derecha, izquierda o la absurda orden de descanso que resultaba una actitud agotadora. Todo ejecutado a la orden de voces de mando que se dividía en voz preventiva y ejecutiva (El ¡Ar! militar convertido en ¡Ya! en la gimnasia). Para luego hacer los movimientos sujetos a pulsiones rítmicas a la orden del 1,2, 1,2… Una cantinela que se hizo popular para burlarse de lo aburrida que era esta práctica gimnástica.

Todo esto hubiera sido un buen punto de partida si, a este primer tratado, le hubieran sucedido otros y la educación física hubiera evolucionado en la propia Escuela de Gimnasia o en instituciones civiles. Pero eso no fue así y las tablas de la gimnasia sueca, en la que los alumnos, en formación militar, eran fáciles de controlar, se utilizaron como un recurso cómodo de aplicar, aun sin tener mucho conocimiento ni habilidad gimnástica. Y eso hizo que tuviera mucho éxito entre un profesorado muy mal o nulamente preparado. Luego, después de 1939, el carácter premilitar de esta forma de aplicarla, hizo que se generalizara como gimnasia educativa en la dictadura de Francisco Franco. Pero eso es otra historia.

Si alguno de los lectores de este artículo tiene más de sesenta años recordará la cantinela de órdenes y rígidas numeraciones de la gimnasia sueca. Así como la tortura de escalas marinas, mástiles, plintos, potros caballos maromas, silla turca que sustentaban el carácter militar de esta enseñanza. No sé cómo no nos desgraciamos.

Luis Antolín Jimeno

Deportes y Diversiones: Luis Antolin blogspot

 

Para escribir este artículo he recurrido a los textos originales de los libros mencionados:

Cartilla gimnástica infantil. Publicaciones del Directorio Militar. Ministerio de la guerra. Escuela Central de Gimnasia. Sucesores de Rivadeneyra. Madrid. 1924

Gimnasia Educativa Sueca. Capitán Suarez. Profesor de Gimnasia. Imprenta y encuadernación del Colegio de María Cristina. Toledo 1925.

Y a publicaciones de diversos autores como José Devís, Fernández Sirvent, Juan M. López, Manuel e Ignacio Vinuesa y Anastasio Martínez.

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