Ingeniar ciudad [Josefa Blanco Paz, José Ramón G. Cal]

REMONTES_ST_05. Fotografía de Javier Longobardo
REMONTES_ST_02. Fotografía de Javier Longobardo

El último ingenio urbano de la ciudad, la escalera de Galiana o del Granadal, se abrió un lunes 8 de septiembre de 2014. Las de Recaredo lo habían hecho un martes 20 de junio del 2000. Una inflexión en el tiempo y en la forma de la ciudad donde  unos mecanismos en la fachada norte; primero  en su oeste, Recaredo y después en su este, Galiana; reestructuraban el orden de las puertas de la ciudad amurallada, resignificaban su función con una mirada contemporánea. Son puertas como en otro tiempo lo fueron los baluartes de la Regia Sedes Toletana [1], la ianua muri y la ianua urbis – la puerta de la fortaleza y  la puerta de la ciudad- que nombra y representa con precisión la miniatura del Códice Albeldense del s. X, donde asoman y se “selfían“ nueve toledanos orgullosos.

miniatura del Códice Albeldense del s. X
Miniatura del Códice Albeldense del s. X

Mil años después las ianus scala, unos mecanismos novedosos facilitarán salvar el desnivel de 75 metros entre la llanura de las vegas y la ciudad vieja. La historia de Toledo es un continuo salto de murallas, dentro-fuera, que se reescribe y enriquece sobre un mismo paisaje cambiante. Saltos culturales e ideológicos en los que estos últimos artificios congelan como una foto habitada un tiempo en el que la ciudad quiso reconciliarse con la modernidad y abrirse más allá de sus murallas, físicas y culturales. La arquitectura contemporánea, no sin momentos de oposición, hoy forma parte inseparable del patrimonio de la ciudad, acercando periferia y centro. Construidas con la lógica de su tiempo y con los acuerdos de la sociedad civil de comienzos del s.XXI, las escaleras mecánicas son reflejo de una época de avances hoy paralizada.

Escaleras habitadas que se asientan sobre un accidente geológico, la  Falla del Miradero, entre la meseta cristalina de la Sagra y el macizo rocoso circundado por el Tajo, entre los asimétricos perfiles norte y sur de la ciudad histórica. Al sky line de la Catedral Primada y el Alcázar, símbolos religioso y militar, se sumó el floor line de las escaleras mecánicas, llenas de subidas y bajadas de vecinos y visitantes.  Cuestas de peldaños titilantes que en su incesante recorrer proyectan la mirada de la ciudad milenaria sobre el territorio.  La de poniente, rasgada en el rodadero junto al Circo Máximo, guarda la Vega Baja; mientras la de naciente mira al Tajo, a la Vega Alta y al mundo clásico representado por el Renacimiento en la fábrica del Hospital Tavera; paisajes, culturas y conocimiento de tiempos hoy olvidados.

Todas esas miradas que protegen también auguran un futuro, la utopía del Toledo por venir. Mientras avanzamos hacia ese tiempo, las escaleras mecánicas, que parecieran haber surgido del ingenio e invención de Juanelo Turriano, suben y suben en un movimiento imparable, y asoman injertadas en la fachada norte de la ciudad. El “Leviatán” zigzagueante y el cavernoso “cíclope” absorben visitantes y paisanos que en ceremonial procesión van y vienen a diario a la “Troya del Laocoonte del Greco”, o a la “Jerusalén reconquistada”, o a todas las otras ciudades que, fruto del ingenio humano, habitan en esta ciudad cual conglomerado ecléctico e impuro.

La mirada sensible y profunda de Longobardo sobre las nuevas puertas de la ciudad  fija con genio un instante nuevo, en el que los ingenios cobran vida y la materia irradia luz en un medio sombrío, y nos devuelven la mirada sobre una ciudad de claroscuros que ¡aún palpita!

[1] BARROSO, R. / CARROBLES, J./ MORIN, J, VALDES, F. Regia Sedes Toletana. El Toledo visigodo a través de la escultura monumental; la topografía de la ciudad de Toledo en la antigüedad tardía y alta Edad Media, Ed: Diputación Provincial de TOLEDO, 2007

josefa blanco paz

josé ramón g. cal

 

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