Diario alegre de un encierro triste. Día 22 [Quique J. Silva]

@Jesús Gómez-Escalonilla Sánchez-Infante. Diario alegre de un encierro triste. Día 22

El chico (de los recados)

Extrañamente, desde que empezó este encierro, mi hijo suele ofrecerse voluntariamente para bajar la basura al contenedor de la “urba”.

Hasta hoy lo habíamos achacado, lógicamente, a la sensibilidad colaborativa en estos días tan extraños para todos.

El chaval, solo se despega de los libros analógicos y digitales para alimentarse, mantenerse en forma, pasar un rato (pequeño) con nosotros y otro (más largo) llevando la basura.

Con el paso de los días, uno termina por mosquearse de tanto espíritu de voluntariado: la basura, el pan, tabaco… cualquier razón (o excusa) es buena para ejercer de “chico de los recados”.

El otro día me paré frente a él. Mirándole a los ojos pregunté: ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hijo?

Me miró -con cara de “esto del encierro te está afectando”- y siguió hacia su cuarto.

Sin el más mínimo respeto a la intimidad, esa misma tarde le seguí.

Se cruzó en el rellano con una chica; yo después.

La saludó de lejos; yo también.

Salieron a la calle; yo no.

@Antonio Esteban Hernando / D22 del Diario alegre de un encierro triste

Volvieron separados con pan y tabaco; mirándose embobados a un metro y medio uno del otro.

Y yo, vigilando desde la ventana, muerto de vergüenza por mi comportamiento.

¿Voluntario? ¡Y una mierda! ¡El niño se ha enamorao¡

Objetivo del día: Si cuaja, ser el padrino y pedirles perdón.

Y mañana será otro día.

Quique J. Silva

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