Diario alegre de un encierro triste. Día 20 [Quique J. Silva]

@Jesús Gómez-Escalonilla Sánchez-Infante. Diario alegre de un encierro triste. Día 20

Cadera, cadera (*)

Pasada la medianoche sonó el teléfono en casa, era Teresa, la joven azafata que habíamos contratado para acompañar a la escritora Ana María Matute durante su estancia en Toledo. Se había caído en su habitación y era preciso llevarla a urgencias.

Llama a una ambulancia –contesté- que yo bajo inmediatamente.

Allí estaba, postrada, indefensa, resignada, sola… y sin embargo, sonriente.

¿Se había caído porque se rompió la cadera?, o ¿se rompió la cadera porque se había caído? Daba igual; allí estábamos los dos.

Intenté buscar a alguien conocido. Cruzó Menchu, una enfermera amable, amiga de la niñez, que nos acopló en un habitáculo “privado” donde mantener lo más posible el anonimato del personaje.

Fueron pasando médicos, auxiliares, enfermeros, todos de buen talante.

¿A verla?

No. Resulta que estábamos en el almacén de las batas y sábanas verdes que necesitaban para su trabajo.

Por fin llegó alguien con una placa. Serio, como enfadado y antipático. Señora -le dijo-. se ha roto la cadera. Podemos operarla y tiene que realizar aquí la convalecencia o hacer un traslado hospitalizado a su ciudad de origen (Barcelona) para que una vez allí la operen.

Piénselo y dígame cuál es su decisión. Y se fue sin apartar la vista del acetato.

Un tipo duro -pensé yo-. Ni pizca de empatía, de emotividad, de cariño….

La Matute también se percató del personaje y en aquel momento su tono más académico me advirtió: Enrique, nunca olvides que “lo divertido es lo contrario de lo aburrido, no de lo serio”.

@Antonio Esteban Hernando / D20 del Diario alegre de un encierro triste

Aún recuerdo la noche que pasé con ella en urgencias y la certeza de que la inmensa mayoría de los sanitarios son empáticos, amables y cariñosos. Eso también es profesionalidad.

Objetivo del día: Llegar a ser, al menos, la mitad de divertido que La Matute.

Y mañana será otro día.

(*) Dedicado a Dª Servi, madre de nuestro ilustrador Jesús, que el otro día se rompió la cadera. Ella está bien y su hijo la acompañó dibujando en el dorso del informe del SESCAM.

Quique J. Silva

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