La tribu de Toro Sentado

Entre las muchas cosas que nos proponen para estos días de “recogimiento” una de ellas es escribir. Yo lo hago en forma de Diario. Quiero plasmar solo la parte más positiva de estas jornadas de reclusión familiar (vividas, oídas o imaginadas) que la madre naturaleza nos ha regalado en forma de pandemia.

Realmente, lo escribo para mí; pero también me apetece compartirlo con quien quiera suscribir, corregir o modificar estas palabras.

Mis compañeros y amigos del blog Hombre de Palo: Jesús Gómez-Escalonilla Sánchez-Infante y Antonio Esteban Hernando, se han sumado a esta iniciativa para enriquecer este Diario. Ellos, con sus pinceles y brochas ligeras…. ¡sí que pintan!

Es el primer día. Parece uno de esos de resaca, posteriores a una noche de gran fiesta, donde la bebida ha sido mucha y el descanso poco. No he quedado con nadie, no tengo ningún plan previo. Solo sentarme a planificar este encierro obligado; pensar en la cantidad de cosas que puedo hacer y que, seguramente, no haré.

Mi mujer no está acostumbrada a tenerme todo el día cerca y surgen las primeras incógnitas: ¿seremos capaces de conciliar la vida familiar?

Sí, este es el primer reto. Se habla mucho de conciliar la vida laboral y la familiar pero: ¿qué pasa cuando hay que conciliar solo la vida familiar? Me explico.

Conciliar todo el día el mando de la tele requiere capacidad de negociación. Yo, Toro Sentado, tengo que convivir con la hija del Gran Jefe Indio, acostumbrada al mando único.

Ella, con el cariño y don de gentes que la caracteriza, me presenta rápidamente a mis nuevos amigos: Mr. Proper, don Limpio y la señora Fairy.

No hay excusa. Ni pádel, ni trabajo atrasado, ni yo llevo a los niños a música.

Objetivo del día “conciliar la vida familiar”.

Y mañana será otro día.

Quique J Silva.