De West Side Story al Congreso de los Estados Unidos de América [Jesús Fuentes Lázaro]

Negro oprimido @Antonio Esteban Hernando

Cuando comienzo a escribir este texto se ha celebrado el primer debate a la Presidencia de los Estados Unidos entre el candidato republicano Trump y el demócrata Biden. Ha servido para avergonzar a la parte más decente de América y para descubrir cómo es la política según Trump: un territorio de barro de varios centímetros de espesor en el que se ocultan desde el uso de las instituciones públicas para beneficios privados, la cosa pública como un asunto de familia y las “fakes” abundantes pronunciadas como verdades absolutas. Es imposible conseguir que en un debate se impongan la razón y los argumentos cuando el de enfrente siempre falsea las expresiones, descalifica la realidad, desprecia a sus propios colaboradores o despacha los asuntos con una frase que no demuestra nada. “He pagado muchos impuestos”, ha afirmado. No se prueba, no existen documentos, continúan siendo secretos. Y todo acompañado con una sucesión de insultos, descalificaciones e interrupciones airadas de los discursos del contrario. Pero no es Trump solo, no nos engañemos, son los ingredientes electorales, hiperbolizados por Trump, de la derecha republicana tradicional en los Estados Unidos de América.

Unos días antes del debate el diario “The New York Time” publicaba las declaraciones al fisco de los últimos años de Trump. Una información que ha negado a las Cámaras durante los años de su mandato. Trump no acepta la mayor, pero lo que se sabe es que ha cotizado en los últimos años 750 dólares. Según la publicación Trump ha sido un hombre que ha ingresado dinero a espuertas, ha incrementado las pérdidas y no paga impuestos utilizando los resquicios de una legislación enmarañada. Para completar el momento, a los dos días del primer debate, se le ha diagnosticado a él y a su esposa infección por Covid 19, sobre la que ha estado bromeando en los últimos meses y que ha negado reiteradamente.

Hombres duros @Antonio Esteban Hernando

El día 3 de noviembre se celebrarán elecciones presidenciales. Trump viene anunciado, desde hace tiempo, que no aceptará los resultados si pierde y que está dispuesto a cuestionar el voto por correo en el que ve indicios de fraude antes de que se emita. Paradójicamente, por la pandemia, se está estimulando el voto por correo en algunos Estados. Resulta muy peligroso que un presidente de una democracia como la norteamericana con antelación de meses cuestione los resultados de las siguientes elecciones. Ha llamado a los “Proud Boys” (chicos orgullosos), una organización de hombres armados de ultraderecha para que estén vigilantes. Los llaman “milicias”, pero son pandillas como las que aparecían en West Side Story.

La democracia que emocionara a Alexis de Tocqueville pareciera a punto de colapsar por las maneras de un gobernante autoritario, modelo Putin, a quien interesa en la Casa Blanca un personaje cercano en sus comportamientos no menos autoritarios. Los acontecimientos que Sinclair Lewis había contado en su novela de los años treinta “Eso no pasará aquí” se están haciendo realidad en el gobierno de Donald Trump. Suspensión de la democracia, creación de milicias armadas, persecuciones de los disidentes, revueltas continuas, violencia colectiva e individual, segregación racial virulenta. Y, añadido a este escenario de caos, un virus que agrede con mayor intensidad a las personas de distinto color y de barrios desprotegidos. Un momento crítico en el que los norteamericanos deciden si sus sueños de una tierra mejor han llegado a su final o aún es posible seguir construyendo un universo más solidario y más humanizado

En estos días se publica en España la segunda parte de una historia de los Estados Unidos, escrita por el director de cine Oliver Stone y Peter Kuznick. En ambos libros, primera y segunda parte, se cuenta la historia de los Estados Unidos distinta al relato oficial, complaciente, triunfalista y con rasgos hollywoodienses. Una visión crítica de un país que ha desempeñado un papel básico en el siglo XX, pero que parece sumido en una decadencia progresiva, sin haber resuelto cuestiones tan trascendentales como la plena integración de las minorías. En la que la sanidad se ha conformado como un gran negocio privado inamovible y la parte pública ha quedado reducida a prestaciones mínimas para trabajadores y parados de escaso poder adquisitivo. Las desigualdades se han disparado, la xenofobia aumenta y las armas, en manos privadas, permiten pensar en la formación de ejércitos paralelos.

Ha habido varios muertos de color a manos de la policía. La sociedad se ha movilizado durante todo el verano, convocados por el movimiento “Black Lives Matter”, que reclama justicia y tratamientos iguales de la policía para todos los ciudadanos. Se han producido revueltas, protestas, incendios y saqueos que Trump ha aprovechado para hablar de viejos asuntos irresolubles en los Estados Unidos: el cumplimiento de la ley y el mantenimiento del orden. Una recurrente idea de los republicanos que en los momentos de mayor incertidumbre sacan del baúl arrumbado en el sótano como han hecho todos los presidentes republicanos desde Nixon..

En esa Norteamérica confusa, desorientada, dividida también existen fuerzas que pugnan por resurgir. Los negros, los hispanos, las mujeres reclaman sus derechos, no ya como minorías, sino como ciudadanos iguales y libres. En el partido demócrata ha nacido un movimiento más de izquierdas que el tradicional “establishment” demócrata. Son jóvenes de orígenes diversos y procedencias distintas que promueven un programa socialdemócrata de corte europeo. La oportunidad de conseguir un país más justo, más igualitario y más orientado a las clases trabajadoras. Son gentes que, hasta el momento, no habían tenido acceso a la política en manos de blancos y para blancos.


Baile @Antonio Esteban Hernando

En el año 1961 se estrenaba una película musical de gran éxito. Brillante e innovadora. Se titulaba “West Side Story”. Dirigida por Robert Wise y Jerome Robbins. La música, compuesta por Leonard Bernstein. Se basaba en un musical de Broadway de 1957, también de éxito, reproduciendo la vieja historia de Romeo y Julieta, trasladada a los barrios deprimidos del Bronx.

En el año 1977 fue considerada por la Biblioteca del Congreso de los Estado Unidos de América, película “cultural, histórica y estéticamente significativa”. En razón de esos valores se seleccionaba para su preservación en el National Film Registry.

Atractiva y espectacular por los números de danza y por la música, cuenta una historia de amor imposible. En el Nueva York de los años cincuenta dos bandas de jóvenes viven enfrentadas en una guerra continua por dominar sus territorios. Los” sharks”, de origen puertorriqueño, y los Jet, integrada por blancos de familias humildes. En medio del enfrentamiento de los desarraigados y pobres surgirá un amor luminoso entre María, puertorriqueña, y Tony, un blanco, exlíder, pero muy influyente aún en la banda de los Jet. Como en las historias tradicionales el amor entre gentes de razas distintas será imposible. Un destino ciego, al modo de las tragedias griegas, va decidiendo sobre las vidas de las mujeres y los hombres que luchan, entre la violencia y la miseria, por ser felices, más allá de los colores de la piel, de las durezas de los barrios donde viven. Una concatenación de casualidades fatídicas finalizara con la muerte de Riif, amigo de Tony, a manos de Bernardo, hermano de María. Tony y Bernardo se enfrentarán en un duelo singular en el que morían ambos.

La modernidad de las propuestas melódicas, los asuntos tratados, los enfrentamientos raciales, las condiciones de vida miserables, la innovación de las viejas comedias musicales de Hollywood impactaron en los espectadores, pero dejaron de lado cuestiones fundamentales como el racismo, los abusos policiales, los barrios hacinados que engendran agresividad y violencia, las dificultades para superar los estados de pobreza crónicos. Precisamente en una nueva versión de esta obra del año 2020 son estos los aspectos que se destacan. En la primera se imponía el amor romántico de una joven latina recién llegada a Nueva York, centro principal de la América de los sueños. En la segunda, se subraya la violencia policial, la pobreza y marginalidad que origina violencia, las condiciones de vida inaceptables en un país rico, la xenofobia y las discriminaciones por la piel, el origen o la orientación sexual.


En esta parte comienza una historia que no es obra de Broadway, ni una película en colores con música atractiva, bailes frenéticos o momentos de dulce ensoñación. Esta es otra historia. La de la vida real que está sucediendo en la actualidad en los barrios pobres de las grandes ciudades en los que gentes hacinadas malviven trabajando miles de horas y en varios empleos para poder pagar el alquiler de sus viviendas, la atención sanitaria, la educación de los hijos. Es una historia, nada romántica, en la que el Código Postal marca la vida y el destino de la gente con la resignación de saber que poco o nada se puede hacer.

Es también la historia real, que se está escribiendo ahora mismo, de una mujer de madre puertorriqueña como María, protagonista de la película citada. Que un año antes de presentarse como candidata a las elecciones primarias del distrito 14 de Nueva York trabajaba de camarera para ayudar a ella y a su familia. Que se acercó a la política e intuyó que en un sistema democrático la única manera de modificar la vida de la gente es participando activamente en la política. Contra cualquier pronóstico, una chica que se suponía no podría a presentarse para un cargo público, ganó en unas elecciones primarias para el Congreso a un consolidado candidato demócrata, Joseph Crowley, en el año 2018

La protagonista se llama Alexandria Ocasio-Cortez, AOC por las iniciales. Y es la mujer más joven que haya llegado al Congreso de los Estados Unidos. Concretamente en enero del año 2019. Y a partir de ahí comienzan sus esfuerzos por transformar la realidad que la rodea, con la resistencia feroz de los representantes republicanos y la inercia, tal vez igual de feroz, de la anquilosada política de los demócratas.

En el espectro político europeo se situaría en lo que se ha llamado allí izquierda, pero que aquí llamaríamos socialdemócratas y partidos verdes. Defiende una sanidad pública, de calidad y universal. “Solo quiero, ha manifestado en un tuitt, que todos en este país tengan la misma atención medica que yo recibo como miembro del Congreso”. Pide una educación gratuita e igual para todos y un proyecto de un futuro ecológico, conocido como New Green Deal. Una inversión masiva de recursos en políticas medioambientales que contribuyan a la sostenibilidad del planeta.

Alexandria Ocasio-Cortez vuelve a presentarse en las próximas elecciones por el distrito 14 de Nueva York. No veremos bailes brillantes ni coreografías eléctricas, sino campañas electorales extenuantes Propuestas, proyectos e ideas que a muchos les servirán para soñar con un destino diferente. En eso consiste para los pobres la democracia y la posibilidad de votar. En muchas de las papeletas, que tal vez los republicanos impugnen, se habrán escritos sueños de una vida mejor, más igualitaria, más justa, más feliz.

Sesenta y nueve años después de aquella película que impactó al mundo; setenta y siete de la obra de Broadway; veintitrés desde que la Biblioteca del Congreso declarara a la película de interés para preservar, una joven latina, abandona la visión paternalista de la obra musical para afrontar una realidad de desigualdades que se está extremando. La violencia, la xenofobia, la explotación, la miseria, el abandono, la impronta fatal del código postal marcan el presente y el futuro de millones de vidas de gentes diversas.


Barro @Antonio Esteban Hernando

Aaron Sorkin, director y guionista de cine, ha realizado recientemente unas declaraciones a un diario de ámbito nacional. La preguntaban, además del estreno en Neflix de su reciente película, sobre las elecciones que cada día están más cerca. Declaraba: “Solo que me queda una razón para ser optimista con el futuro de mi país…..La gente es consciente de la importancia de esta votación. Ojala que sea una tormenta que limpie el daño hecho por Trump, que el agua torrencial purifique Washington.” Un agua torrencial que erradique de la política de los Estados Unidos la demagogia y el descaro y se imponga la decencia de gentes diversas que plantean acabar con las desigualdades de todo tipo, sean raciales, de género o de barrio.


En un reciente artículo de Ivan Krastev, publicado en el País el viernes 16 de octubre de 2020, titulado Los riesgos de un largo noviembre en EE.UU“, avisa a los europeos, “En caso de que venza Trump, estará en duda la propia supervivencia de la UE, porque, por más que Rusia haya dejado patente su ambición y deseo de dividir a la Unión, la capacidad de hacerlo no la tiene Moscú ni Pekín, sino Washington”.


@Mercedes y Benjamín Juan para eldigitalcastillalamancha.

Al día siguiente del 3 de noviembre se nos abre un mundo incierto. La posibilidad de que la realidad se vaya pareciendo algo más a una película con final feliz o un horizonte de desconcierto y enfrentamientos polarizadores. Allí, en Estados Unidos, y aquí, una Europa débil, con problemas que tampoco sabe cómo resolver. Y de fondo, para todos, una epidemia que mata a los más débiles en todos los Continentes.

Jesús Fuentes Lázaro

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