Colombia, tras los Acuerdos de Paz [Jesús Fuentes Lázaro]

@Antonio Esteban Hernando Colombia/Fuentes Hombre de Palo

Leí, hace ya tiempo, la novela de Santiago Gamboa “Perder es cuestión de método”. Me sugirió una nueva forma de “novela noir” sin injerencias anglosajonas. La técnica narrativa, más el equilibrio de la trama, me dejó impactado. Después, perdí la pista del autor, hasta ahora. Y ha vuelto a suceder aquel fenómeno de sentirme ante una narrativa cercana, con la publicación en España de la novela del mismo autor Será larga la noche”, editada por Alfaguara. Si entonces me entusiasmé con la arquitectura, aparentemente sencilla, de la trama y con el empleo del lenguaje hablado de Colombia, ahora la precisión es mayor y la percepción de lo narrado es más completa y eficaz.

La acción se sitúa en la Colombia, tras la firma de los Acuerdos de Paz con las FARC. Se pone fin a cincuenta años de guerra y se busca dar satisfacción a una sociedad que quiere reparar más de ocho millones de muertos en esos largos años del conflicto. Aunque es una sociedad muy polarizada en la que, quienes no querían la paz, acusaron al presidente José Manuel Santos de “regalar el país a las FARC” (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Imaginen las resistencias a averiguar muertes, a explicar desapariciones en las selvas y montañas o los llamados falsos positivos.  

@Antonio Esteban Hernando Colombia/Fuentes Hombre de Palo

Con tan poco tiempo transcurrido desde los Acuerdos de Paz y en un ambiente hostil de una parte de la sociedad, lo normal es que la gente se sienta vacía. Cuando se apoyaba a los de un lado o a los del otro el mundo parecía tener sentido, aunque fuere absurdo. Con la paz ha llegado el tiempo de  empezar a construir una sociedad que cobije a cuantos se sienten huérfanos de todo. La paz, como sabemos por otras experiencias, siempre es más difícil de construir que la guerra. Hay que reinventar todo. Lo que resulta más difícil y complejo.

Un niño contempla absorto desde un árbol ráfagas de una combate en el que el “aire era un tejido de centellas y fogonazos”. En la batalla tres automóviles serán atacados desde diversos ángulos. Los ocupantes se enfrentan a los atacantes como si fueran expertos en el oficio. A partir de esta batalla inicial, de la que desaparecen todas las pistas, se desenvolverá la trama para tratar de averiguar quiénes han sido los asaltantes, quién los asaltados y hasta el testigo de los acontecimientos, el niño del árbol, que, tras prestar una declaración confusa, ha desparecido. La investigación se desarrollará en un doble proceso: una periodista independiente, Julieta Lezama, “cuya pasión es la muerte violenta que unos seres humanos, un buen día, deciden causarles a otros por los motivos que sean…” Dispondrá de una ayudante, ex -guerrillera de las FARC, Johana. En paralelo, un fiscal de origen indígena, llamado Edilson Javier Jutsiñamuy, apodado El “Tigrillo”, “dedicado por entero a la justicia” completará información y la proporcionará a la periodista. Casualmente, el más reciente escándalo por corrupción electoral que está poniendo al expresidente Uribe y al actual presidente Iván Duque contra las cuerdas se ha iniciado por una investigación de periodistas. El periodismo de investigación en Latinoamérica es el último recurso del que dispone la democracia para poder seguir viva en estos países.

@Antonio Esteban Hernando Colombia/Fuentes Hombre de Palo

Los militares gubernamentales y los combatientes de las FARC recorren la novela. Aunque el auténtico protagonismo se reserva para un fenómeno de gran potencia que prolifera en Latinoamérica: la aparición de “Iglesias Evangélicas”, que ocupan el vacío de las instituciones y “protegen” un país de huérfanos. Todos los habitantes de Colombia son huérfanos, obligados inventar nuevos anclajes sociales y colectivos. Y, como sucederá con el niño denunciante, terminarán sumergidos en las maquinarias de estas iglesias en las que se mezclan las creencias, milagros escénicos, la sugestión de las palabras, el narcotráfico, las luchas entre los nuevos capos religiosos y sus relaciones corruptas con el poder político y económico.

“Son los nuevos delincuentes del siglo XXI”, ha dicho Santiago Gamboa al referirse a los “pastores” de estas Iglesias. El Estado y sus instituciones están atrofiados. No protegen a sus ciudadanos, mientras las desigualdades aumentan, la inseguridad es la misma o mayor que antes y la corrupción pervive en todos los ámbitos de la vida pública. Y como comprobamos en Brasil o en Bolivia, los Predicadores empiezan a inspirar las formas de ejercer el poder. La ignorancia y el descontento de los ciudadanos abandonados abren las puertas a los demagogos, a los charlatanes y a los tiranos que aparecen invocando la Biblia o las teorías de un mitificado Bolívar, convertido por demagogos y autócratas, en símbolo de democracia.

Será larga la noche”, de Santiago Gamboa, es la novela negra que hay que leer para conocer algunos de los acontecimientos que están sucediendo en Latinoamérica.

Jesús Fuentes Lázaro

 

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