SESIÓN CONTINUA
A principios del siglo XX Italia se encontraba ante un panorama cultural de lo más insólito. Apenas habían pasado 60 años desde que los territorios se habían unificado en un Estado común, lo que provocaba que los italianos no se sintieran miembros de una misma nación. La lengua italiana no había calado todavía y era probable que un siciliano no se entendiera con un romano, o que un genovés comprendiera mejor a un catalán que a un napolitano. Continuar leyendo