Carnaval, carnaval, carnaval te quiero 2 [Quique J. Silva]

Sucedió en Toledo. 8 D17 Archivo VASIL

Vuelve el Carnaval. Vuelven las ganas de transformarse, de disfrutar en la calle, de convertirnos en lo que no somos y….. ni siquiera quisiéramos ser. Pero el Carnaval de Toledo se ha ido transformando poco a poco.

En sus inicios, los grupos de amigos, familias enteras, colegios y asociaciones de vecinos copaban los puestos del desfile. Primero fue solo por el casco histórico, después arrancó en la calle Mejico y finalmente se llevó a la actual salida en Coronel Baeza. También cambió la llegada. Siempre había sido a la plaza del Ayuntamiento hasta que en los últimos años se cambió al paseo de la Vega.

Pero, ¿cómo hemos pasado de un carnaval familiar y callejero a otro semi-profesional y desfilero? Pues como siempre, “entre todos la mataron y ella sola se murió”.

Cuando en 1987 la popular Mayra Gómez Kemp daba el pregón en la plaza del Ayuntamiento, sin lugar a dudas el motor de la fiesta estaba allí. Incluso, eran tantas las ganas de los regidores municipales por asentar estos festejos que “se atrevieron” a quemar los fuegos artificiales en la balconada de la Casa Consistorial (no sin la oportuna queja y preocupación de los vecinos mas próximos).

Pero las costumbres cambian, y a la sombra de los suculentos premios en metálico, las grandes comparsas de localidades próximas (y no tan próximas) empezaron a venir y siguen viniendo a “pescar” a Toledo. Ni la organización de las comparsas toledanas ni los medios utilizados pudieron -ni pueden- competir con los camiones, tractores, grúas y demás medios mecánicos precedidos de decenas de bailarines al son de ritmos más propios de Canarias o Brasil que de Castilla-La Mancha. Poco a poco, las pequeñas comparsas toledanas fueron desapareciendo y ahora son mínimas las que se unen al Gran Desfile de Carnaval.

Pero el pueblo es sabio y los jóvenes de Toledo han tomado el relevo. Pasan de desfiles, de organizaciones estancas, y entre las 12 de la noche y las 5 de la madrugada “toman la calle”. Eso sí, oportunamente disfrazados con mayor o menor preparación; pero, en cualquier caso, el desfile anárquico “entre verbenas” de Zocodover al Ayuntamiento y del Ayuntamiento a Zocodover, es un éxito sobre todo de público.

Mientras, los del Gran Desfile oficial, los de la Cabalgata, ya han recogido sus bártulos, han desmontado grúas y tractores y parten destino a otra ciudad donde al día siguiente volverán a desfilar para obtener otro suculento premio, de otro Ayuntamiento que les ayude a sufragar los grandes gastos.

En un país libre cada uno elige como divertirse.

 

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Quique J. Silva

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