MENTIS. INTEGRAE. SANITATI. PROCURANDAE.
AEDES. CONSILIO . SAPIENTI. CONSTITUTAE. ANN. DOM. MDLLXCIII
“casa construida por sabio consejo para restablecer la salud de la mente.
Año del señor de 1793.”
Tras leer el mensaje escrito en el dintel que da acceso a este edificio, no es casual que en una de las etapas más luminosas de la arquitectura española, -la del neoclasicismo-, se decidiera erigir precisamente el nuevo hospital de dementes por iniciativa del también ilustrado Cardenal Lorenzana en la ciudad de Toledo.
Como una rotunda declaración de intenciones, esta arquitectura de la razón se impone de manera inflexible sobre el demandado programa, y me atrevo a decir que con un interés terapéutico; Si bien la escuela pitagórica empleaba la armonía musical como medio de sanación o tal vez sea más correcto decir de ordenación; La arquitectura formada a partir de esas mismas relaciones numéricas, ¿porqué no iba a tener un similar resultado?. Evidentemente, al contemplarla y recorrerla todos nos dejamos llevar por ella. La exposición a toda forma de orden, es asimilada y aplicada en beneficio de nuestro propio orden interno.
Responder de manera solvente a esa difícil tarea, la de crear un espacio para sanar los cuerpos y las mentes, no puede venir de la mano de cualquiera, es necesario conocer tanto los objetivos como los antecedentes de esta disciplina en la que no solamente podríamos hablar de arquitectura, como ya hemos visto, puesto que se trata de algo que trasciende a su propio significado.
Incluso podríamos remontarnos a Vitruvio, quien ya afirmaba en su tratado que el arquitecto, debía también conocer el funcionamiento de la maquinaria humana y como hacer para mantenerla saludable para evitar la enfermedad. Toda una labor de médicos teniendo en cuenta la necesidad de construir habitáculos para la vida del ser humano. En un presente en el que estamos cada vez más especializados pero quizás vamos sabiendo menos de todo lo demás, solemos olvidar que la arquitectura se concibe para que en ella habiten esas complejas y muy perfectas maquinas que nos dan forma: Mente y cuerpo como único individuo que deben cohabitar en un microcosmos (adecuado) para su evolución en óptimas condiciones.

Es aquí donde aparece el protagonista, el Arquitecto alicantino Ignacio Haan, a quien ya conocimos en a través de su obra maestra, el conocido Palacio universitario también bajo el mandato del Cardenal Lorenzana, no obstante la obra a la cual nos acercamos ahora, fue más temprana y supuso el salto de Haan a la primera fila de la Europa ilustrada en materia de arquitectura. Continuar leyendo